La historia de Delfina conmovió a todos los tucumanos. Se trata de una pequeña guerrera que con apenas 8 años de edad, superó el cancer luego de 52 quimioterapias.
Junto a su mamá Mayra, cuenta su final feliz y deja un mensaje de aliento y también de enorme gratitud a todo el personal médico que la acompañó en una de las batallas más importante de su vida.
Juan José Chaín es el oncólogo de la nena, 'su héroe', como lo califican ella y su mamá. Trabaja en el servicio de Hemato Oncología del hospital del Niño Jesús y fue parte del equipo multidisciplinario que la asistió junto con enfermeros, médicos clínicos, psicólogos y bioquímicos.
Delfina fue diagnosticada con un linfoma no Hodgkin de Burkitt: "Es una patología muy complicada y poco frecuente. Ella hizo todos los protocolos como corresponde, al pie de la letra. Fue muy valiente durante el tratamiento y en la última evaluación que hicimos, una tomografía por emisión de positrones (PET), mostró que no había enfermedad activa. Es una excelente noticia pero vamos a seguir los controles, porque a veces puede haber recaída. Vamos a estar listos si eso pasa para dar de nuevo batalla contra esta enfermedad", remarcó el doctor Chaín.
"El 11 de marzo nos informan que Delfina tenía cáncer: linfoma no Hodgkin de Burkitt, estadío 3, es un cáncer que avanza muy rápido. Se dan tres casos cada 100 mil habitantes”, relata Mayra, mamá de la niña.
A partir de este momento, la vida cambió para Delfina y para Mayra, claro: “Teníamos un delivery con mi pareja con un cadete. Como yo era la que cocinaba y ya no podía hacerlo para acompañar a mi hija durante todo el tratamiento, cerramos el negocio. En el hospital nunca tuvimos un gasto y los medicamentos nos llegaron a través de la Fundación Flexer”.
El linfoma no Hodgkin de Burkitt no es una patología frecuente. En pediatría los casos con mayor prevalencia son los de leucemia y linfomas, que puede ser de Hodgkin y los de Burkitt.
El mensaje es que hay esperanzas, con el trabajo de un equipo enorme, codo a codo, con ayuda de fundaciones como la Flexer y personas que se acercan de manera solidaria. “Tenemos pronóstico de 70% a 80% de curación para cánceres en general, cada vez se hacen más cosas, se acceder a mejores tratamientos lo que es muy alentador”, añadió Chaín.
El informe médico de Delfina es que la enfermedad ya no está activa. Los controles seguirán, como se realiza en todas las personas que han padecido algún tipo de cáncer. "Con ninguna neoplasia podemos dar un mensaje de curación porque lamentablemente vimos recaídas después de varios años, entonces vamos a seguir los controles para poder mantener a Delfi libre de la enfermedad", explicó el profesional.
Mayra, mamá de Delfina, contó que desde el Ministerio de Salud Pública se comunicaron con ella para ponerse a disposición de esta nueva etapa en la vida de Delfina, su recuperación. "Nos ofrecieron todo, estoy muy agradecida desde el primer momento, fue un proceso muy largo y angustiante, pero la atención fue siempre excelente", resaltó, recordando principalmente la paciencia del personal de salud al principio cuando Delfi, abrumada por la situación, comenzó su tratamiento con mucho miedo. "Veía un médico o un enfermero, y sin siquiera saber si la iban a ver a ella, comenzaba a llorar, le costó tomar confianza", agregó.
Delfina comenzó a perder su apetito y a bajar de peso. Después siguieron los dolores en su estómago, diarreas y vómitos. Esas fueron las primeras señales de alerta para sus papás, por lo que fueron a consultar al médico. Después de un proceso largo, y muy angustiante, tras una serie de estudios realizados diagnostican a la nena, y comienzan rápidamente con el tratamiento. “Pasamos por varios lugares del hospital de Niños, la sala 5, terapia 2, después la sala 12 de oncología, todos la atendieron excelente, no tenemos ningún reprocho, solo agradecimiento y sobre todo a nuestro héroe, su médico de cabecera, el doctor Chaín”, resaltó Mayra.
Ya en su casa, Delfina solo piensa en dibujar junto a su hermana. “La primera vez que me internaron pensaban que me iban a tratar mal, yo no les contestaba nada, pero después me acostumbré a los doctores, a las inyecciones, ya no lloro cuando me sacan sangre”, contó la pequeña mientras comparte lápices y crayones con su hermanita, pensando en volver a la escuela el año próximo.