Tandil comienza en este 2023 a transitar sus 200 años, es decir, su bicentenario, y reúne miles de anécdotas e historias desde su creación. Una de ellas es la del curandero Tata Dios, que allá lejos por 1872 asesinó a 36 inmigrantes que vivían por estas tierras.
El 1 de enero de 1872, en Tandil, la ciudad vivió uno de los actos xenofóbicos y una de las matanzas más grandes en la historia de Argentina cuando, un grupo de gauchos de la zona, liderado por el curandero Tata Dios, mejor conocido como Gerónimo Solané, atacó a quienes no eran nacidos en el país.
Tata Dios: cómo era el asesino de Tandil que mató a 36 inmigrantes
Tata Dios vivió antes de Tandil por las localidades de Santa Fe, Rosario y otras localidades, ganándose la vida como curandero y predicador. Aseguraba que era un “enviado de Dios”. Lo habían echado de varios pueblos y había estado preso por practicar la brujería y la medicina ilegal.
En 1870 Solané había estado preso en Azul por ejercer ilegalmente la medicina pero fue liberado y poco tiempo después llegó a Tandil por el estanciero Ramón Rufo Gómez, para curar a su esposa María Rufina Pérez, que padecía de fuertes dolores de cabeza.
La recuperación de Rufina Pérez fue furor. La figura de Solané empezó a convocar a pacientes maltrechos, familiares preocupados y curiosos. Su rancho terminó siendo una suerte de clínica. Estaban los que acudían para las curaciones y los otros, los que se sentían atraídos con su prédica, quienes incluso acampaban en los alrededores de su vivienda.
Tata Dios comenzó a realizar curaciones en los enfermos y a proclamar que él había venido a salvar a la humanidad, y que el fin de los tiempos se acercaba. Sólo él podría resguardar el alma de aquellos que estuviesen dispuestos a seguirlo.
Tata Dios y su odio: cómo pensó la masacre de Tandil
Tata Dios comenzó a ganar adeptos entre los paisanos del luga, muchos de estos se sintieron atraídos por su prédica. Escuchaban al curandero despotricar contra los extranjeros y los masones: “Vienen a robarnos la tierra y el trabajo”, decía.
El mítico personaje hacía responsables a los extranjeros por la epidemia de fiebre amarilla, por lo que se habían convertido en el principal blanco del grupo de criminales. Según el curandero, eran la causa de todo mal y por lo tanto había que exterminarlos.
Por entonces, en Tandil se habían radicado una importante cantidad de inmigrantes y existía cierto clima de tensión entre estos y los ciudadanos criollos. Los principales grupos de extranjeros eran los vascos (españoles y franceses), los italianos, los españoles y los daneses.
El propio Solané había anticipado, basándose en su “don de adivino”, que el 1 de enero correría sangre. El 31 de diciembre de 1871 Jacinto Pérez juntó alrededor de 50 personas y pocas horas después, ya finalizada las celebraciones de Año Nuevo, partieron hacia el pueblo y a la madrugada del 1 de enero de 1872, los gauchos entraron en Tandil e ingresaron al Juzgado de Paz local, donde solo pudieron robar sables y liberar prisioneros.
Al grito de “¡Viva la Patria”, “¡Viva la Religión!”, “¡Mueran los gringos y los masones!” y “¡Maten, siendo gringos y vascos!”, se dirigieron corriendo a la plaza central del pueblo donde se encontraba la multitud. Allí rodearon a decenas de inmigrantes y comenzaron con la matanza.
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Uno de ellos fue Santiago Imberti, un italiano que era organillero y vivía en la plaza, y lo degollaron. Cruzaron al galope los campos aledaños para matar a los “gringos” argumentando que atacaban a la Patria y a la Iglesia. Luego, tomaron el camino hacia el norte del pueblo. En las afueras se toparon con dos caravanas de carretas llenas de vascos: degollaron a nueve.
La matanza y los saqueos en cada una de las propiedades no parecía tener fin. Lograron salvarse de la matanza los italianos Innocente y su hijo Martín Illia, quien tenía 11 años y quienes eran abuelo y padre del futuro presidente Arturo Illia, debido a que fueron avisados de las matanzas y lograron escapar yendo hacia las sierras.
Cuando llegaron a la estancia Bella Vista, de Ramón Santamarina, donde tenían planeado finalizar su raid de muerte en Tandil, no encontraron a nadie. Y se dedicaron a comer y a atender a los caballos. En ese momento se armó una partida de la Guardia Nacional y vecinos que se dirigieron a la estancia: les pidieron que se rindieran en el acto pero al negarse, comenzaron con la fuga.
En la persecución, dejaron 10 muertos. Algunos fugitivos fueron capturados días después y otros lograron huir mientras que Tata Dios fue detenido en su rancho, a pesar de declararse inocente, y fue acusado como instigador de los hechos.
Cuál fue el fin de “Tata Dios”
El coronel Benito Machado amenazó con fusilarlo pero él le suplicó por su vida. Fue encerrado con los otros detenidos y la cárcel quedó bajo la custodia de los vecinos. Finalmente, Tata Dios fue asesinado el 6 de enero de una puñalada, cuando se encontraba dentro de un calabozo.
En cuanto al resto de los detenidos, fueron a juicio. Se los acusó por el asesinato de 36 personas, agravado por la alevosía y la atrocidad. El dictamen del juez Tomás Isla señaló: “No son excusa atendibles en derecho el fanatismo y la ignorancia alegada por la defensa”.