La investigación sobre el asesinato de una joven de 20 años en el barrio santafesino de Pompeya dio paso este lunes a una confesión poco frecuente de parte del detenido, quien reconoció desde un primer momento el episodio y dijo en su defensa que disparó "sin querer" como parte de una "broma".
La insólita historia que concluyó con la muerte de Milena Salazar comenzó la noche del jueves pasado en un pasillo de 1° de Mayo al 7000, donde Ángel M. fue a buscarla. Ambos eran amigos; incluso los padres de ella contaron que lo habían escuchado llegar y lo vieron huir alarmado luego de la detonación que los tomó por sorpresa alrededor de las 20.
El juez Gustavo Urdiales decidió que mantener la calificación de homicidio doloso a pesar de que la defensa considera que no hay elementos para pensar en algo más que "un caso de imprudencia". El fiscal Martín Torres consideró la posibilidad de cambiar la carátula a homicidio simple con dolo eventual, pero enfatizó que el muchacho imputado actuó siendo consciente del posible resultado de sus acciones.
El representante legal del joven de 19 años consideró que la acusación en su contra es "excesiva". Aunque escapó y la policía lo encontró en una esquina mientras esperaba el colectivo de la línea 15, el muchacho explicó que se había asustado y de inmediato indicó el lugar del baldío en el descartó la pistola calibre 22 con la que había estado jugando mientras esperaba que Milena saliera.
"Tuve miedo de que la familia pensara que la traicioné", aclaró Ángel durante la audiencia reconstruida por Aire de Santa Fe.