Monseñor Eduardo María Taussig celebró su última misa como obispo de San Rafael, luego de que el papa Francisco aceptara su renuncia al cargo. En la homilía, el ahora obispo emérito, agradeció sus 17 años de ministerio y pidió perdón por todo lo que no pudo hacer mejor, o lo que hizo mal.
Para este jueves está previsto que monseñor Carlos María Domínguez emita su profesión de fe y juramento de fidelidad como administrador apostólico de la diócesis de San Rafael hasta que se designe un nuevo obispo.
Monseñor Taussig explicó que continuará unido a la diócesis. “En mi caso, como obispo emérito sigo vinculado a la diócesis en la dimensión más profunda y espiritual: la oración. Les pido que me tengan en sus oraciones para que pueda con mi oración acompañar a la Iglesia diocesana, a todos ustedes y pueda ofrecer ese servicio al que siempre seguiré comprometido”, precisó y cerró al estilo papa Francisco con un “recen por mí”.
Homilía de Taussig
Tal como estaba previsto, la celebración de despedida se desarrolló en la catedral San Rafael Arcángel. Ante decenas de fieles, expresó su deseo de celebrar esta última misa en honor de la Santísima Virgen “porque nos estamos preparando para la fiesta de la copatrona diocesana, Nuestra Señora de Lourdes, pero también porque ya concluyó la aceptación de mi ministerio como obispo de la diócesis”.
En la misa concelebrada por varios sacerdotes diocesanos dedicó un momento para agradecer por los 17 años que vivió al frente de la diócesis del sur de Mendoza. “Agradezco a todos ustedes que con tanta generosidad, tanta nobleza y caridad, construyen diariamente la Iglesia diocesana y construyen en sus familias comunidades, parroquias, esa Iglesia viva que quiere el Espíritu Santo animar”, detalló al reflexionar que “son muchos más los momentos de gozo, alegría, fecundidad, que hemos vivido en la diócesis, que los momentos dolorosos”.
Taussig también se refirió a lo repentino de la renuncia y su aceptación por parte del papa Francisco: “Me hago cargo de la sorpresa, el dolor y la tristeza de muchos de ustedes y también de lo que cuesta este momento de la vida diocesana”. E instó a los fieles a “encontrar en el corazón de la Madre el mejor aliento para decirle ´sí´ a la voluntad de Dios que se nos manifiesta claramente”.
En otro pasaje de su homilía, señaló: “Pido perdón por todo lo que no pude hacer mejor, o que hice mal, o que no supe hacer como esperaba la providencia de Dios y le pido al Señor que todos podamos perdonarnos para que las heridas del pasado cicatricen y para que podamos, con mucha humildad y con la gracia y acción del Espíritu Santo, poder mirar para adelante”.