Silvina Sosa tuvo su gran momento en el torneo nacional de Maestros Chocolateros y si bien la participación en la competencia no tuvo el final que esperaba por un accidente que casi la dejó fuera de combate, la experiencia vivida fue suficiente para seguir por el sendero de la perfección.
El lunes Silvina compitió por la Copa Tronador en la búsqueda de ser la mejor chocolatera del país.
Como parte de la competencia debía presentar tres clases de bombones, los que recibieron grandes halagos por parte del jurado, y el toque final era una escultura completamente de chocolate de un metro y medio de alto como máximo.
Silvina logró la perfección con una escultura que reflejó los sentimientos más profundos que la impulsan en la vida como su esposo y los hijos y también la pintura.
Sin embargo, unos segundos antes de exponerla ante el jurado, la escultura de chocolate colapsó y se vino abajo.
Para salir del paso y no perder su lugar, realizó una nueva aunque tuvo que cambiar el diseño. Fue aceptada por el jurado pero no le alcanzó para ganar el torneo.
Al término de la competencia, Silvina uso las redes sociales para contar que el torneo “sin lugar a dudas fue una experiencia maravillosa, conocí a colegas increíbles, con algunos quedó una linda amistad”.
“Fue una mezcla de cosas, que con el diario del lunes es más fácil de explicar. Lo cierto es que mí escultura colapsó justo antes de llegar a la mesa de presentación. Malas decisiones, cansancio, me faltó práctica seguramente. Fue mi primer escultura de chocolate”, admitió la cocinera sanrafaelina.
“Rescato todo lo que vino después. El apoyo del jurado, del público, de mucha gente que quiero y que me fue a ver. En un segundo estaba armando nuevamente la escultura con lo que quedó y con piezas que no había usado”, siguió contando Silvina en su cuenta de Facebook.
En la escultura que había logrado inicialmente “intentaba mostrar lo que más amé del chocolate que es la pintura y eso lo logré. Me destacaron muchos profesionales el color y el brillo. También estaban representados ahí mis pilares, mi esposo Diego y mis hijos Tomás y Lautaro. Ellos son mí base firme, lo único que no se cayó, ni se caerá”, concluyó.
Según Silvina, la escultura original tenía “un diseño simple y limpio” y cuando practicó en la casa “sin los nervios de la competencia se sostuvo perfecto”.
Pese a todo lo que le tocó atravesar, Silvina está más que “agradecida a la vida por esta oportunidad enorme que me dio, y sé que me volverá a dar”, afirmó la chocolatera y cerró “en otra ocasión será, porque si de algo estoy segura, es que voy a volver a participar”.