“Volví a nacer”, le confesó Ludmila Milgaros Bejarano a Diario La Provincia. La joven estuvo internada 25 días, al borde de la muerte, después de ser mordida por una araña, cuyo colores eran similares a la famosa “viuda negra”. Su cuerpo no reaccionó y sufrió un paro cardiaco que duró seis minutos. Después vino la milagrosa recuperación, gracias a la cual hoy la encuentra en su casa de Alto de Sierra, rodeada de afectos y de su familia.
Para la joven todo lo que ocurrió con ella fue un milagro. Si bien los médicos hicieron los máximos esfuerzos para salvarla, para Ludmila y su mamá hubo señales que no pasaron desapercibidas. Es que cuando sufrió el paro cardíaco, la chica se “encontró con su abuela” que le dio un buen reto y la “mandó de regreso a casa”. Eso ocurrió, según el relato de la protagonista, cuando el equipo de salud la reanimaban para que su corazón volviera a latir aquel 26 de enero.
“Sí creo en los milagros. Mi abuela me hizo volver. La vi y me decía que me vaya ya a mi casa”, recordó la joven, quien sufrió la pérdida de su abuela Santa en agosto pasado. “Escuchaba cuando yo me iba que él me gritaba ‘Ludmila, quedate´”, aseguró.
Ludmila fue internada el 23 de enero, después de ser mordida por una araña. Recuerda con exactitud ese momento: “Ese día fuí al baño, me apoyé en el marco de la puerta y salió del huequito del marco y me picó. Cuando quise matarla huyó. En ese momento me molestaba como si fuera un mosquito. Al otro día estaba bien, me levanto, fui a comprar y en el quiosco empecé a sentirme mal”, comenzó relatando.
La joven agregó que eso ocurrió sobre la mañana: “Estaba mareada, empecé a transpirar mucho pero pensé que era porque no había desayunado. Cuando llegué ya no podía caminar ni hablar y me senté. Luego me acosté en el sillón pero ya no aguantaba y tenía frío. Cuando pasé al dormitorio ya tenía muy hinchado”.
Cuando acudió al hospital, un análisis de sangre indicó que el veneno no estaba en la sangre. Ante esto le dieron un corticoide y un antialérgico, y la enviaron de nuevo a casa. Sin embargo, al bajar del colectivo, empezó a vomitar y su mal estado se aceleró.
“Cuando bajamos del colectivo empezó con vómitos. Llegamos como a las 21 horas y se acostó pero seguía con vómito pero después se quedó helada. Ella decía que no aguantaba más. Llamamos a la policía y vino un motorizada que llamó al 107 y les dijo ‘mandame la ambulancia porque la chica se me muere acá’”, recordó la madre de Ludmila, Rosana.
Para ese momento el veneno ya había atacado la bilirrubina y su color de piel había desaparecido. Tras un nuevo análisis detectaron que el veneno se había expandido. “El médico me dijo ‘ya nos ponemos en campaña para conseguir el antídoto porque acá no hay’. Me dijo que llamaron al Garrahan pero tampoco ellos tenían, así que llamaron a una clínica privada para conseguirlo”, agregó la mamá.
Aunque en un principio sus órganos, como los riñones, pulmones y páncrea, comenzaron a fallar, con el paso de los días su diagnóstico empezó a revertirse. “Estoy muy agradecida a todos. Mis compañeras permanente están conmigo y me mandan mensajes. Quieren que vuelva porque me extrañan”, contó Ludmila.