El asesinato de Yamila Pérez es uno de los crímenes más sangrientos de la historia policial de San Juan. El 17 de junio encontraron el cuerpo de la mujer de 24 años en un descampado: no tenía rostro y le habían cortado los brazos. Días después de que la familia de Pérez reconociera el cadáver, detuvieron a dos hombres, uno de ellos confesó el crimen. Se trata de Evaristo Molina, un anciano de 67 años que aseguró haber matado a la joven porque lo tenía "cansado". Casi seis meses después, Molina fue procesado por femicidio por el juez del Tercer Juzgado de Instrucción, Guillermo Adarvez.
Si es encontrado culpable, Molina podría ser sentenciado a prisión perpetua. Además de la confesión del anciano, hay filmaciones que lo ubican en la zona donde fue hallado el cadáver y hasta el cuchillo con el que este sujeto habría asesinado a Pérez. El anciano se quebró en la Central de Policía, donde terminó admitiendo que había apuñalado a Pérez hasta que murió desangrada. Luego le sacó el rostro y le arrancó los brazos. La misma declaración la hizo ante el juez Adárvez.
Yamila era trabajadora sexual. Se conoció con Molina trabajando y poco a poco forjaron una especie de relación clandestina. Ella intercambiaba sus servicios sexuales por garrafas de gas del negocio del anciano. La joven tenía tres hijos, dos de ellos fueron dados en adopción y la última, está a cargo de una tía. La familia de Yamila ya sufrió la muerte de otra mujer en manos de un femicida. La hermana de Pérez fue asesinada por su marido frente a sus hijos en la puerta de su casa.
Molina fue procesado con prisión preventiva por el delito de homicidio doblemente agravado por alevosía y por violencia de género. El sujeto se encuentra alojado en el Servicio Penitenciario Provincial por disposición del magistrado. La pena máxima que podría recibir este hombre es prisión perpetua, es decir 35 años de cárcel.