La situación de las familias del asentamiento Salvador Tejada, en 25 de Mayo, es crítica. No tienen cloacas, el agua potable escasea y deben desagotar sus desechos con baldes. La periodista Emilia Junco, de Diario Huarpe, relató la historia de desidia que viven los niños del asentamiento ubicado en un distrito agrícola de la provincia de San Juan. Las madres de los pequeños dieron testimonio de lo que tienen que pasar todos los días para evitar que sus hijos se enfermen producto de la suciedad y la falta de recursos.
Las familias del Salvador Tejada viven entre perros con sarna, cacharros y muebles viejos. Adentro de las casas ya han encontrado desde cucarachas hasta víboras y ratas, por lo que muchos de ellos sacaron los muebles afuera de las precarias viviendas. "Nos sentimos discriminados, disculpame, pero nosotros vivimos en la mierda", relató Laura Rodríguez, una de las mujeres que vive con sus hijos en el lugar. La mujer tiene dos hijos, Mara de 14 y Selman de 3 meses. La más grande tiene chagas pero el bebé no porque cuando supo de la enfermedad se cuidó.
Los techos de la casa de Laura son de machimbre y caña. Su marido, trabaja en la cosecha y ella instaló en la galería, dos máquinas de video juegos para hacer una moneda extra. Similar es la historia de Rocío mamá de cuatro niños de 2, 4, 6 y 8 años. La joven cuenta que casi siempre comen fideos blancos y que, aunque la comida favorita de sus hijos son las milanesas, "sólo nos damos el gusto cuando cobramos".
En el asentamiento viven 9 familias, en humildes ranchitos a los que fueron a parar luego de que la tormenta destrozara sus casas, que estaban en un terreno cercano a una escuela. Al norte del asentamiento se están terminando 83 casas del IPV, pero ninguna es para los vecinos del Salvador Tejada. Al oeste están las oficinas del Juzgado de Paz, inauguradas recientemente y cerca la construcción del hospital de Santa Rosa.
Los vecinos del Salvador Tejada se sienten discriminados. "Hay agua servida por todos lados, los días de calor todo es peor. Encima tengo que salir a tirar el agua servida en una acequia", relató Laura. En el lugar también viven jubilados que son los que peor la pasan. Hace dos años, aseguran, les prestaron módulos prometiendo que los iban a sacar de ahí pero hasta el momento todo está en la nada.