Guido Altamira es vecino de Bella Vista y, sin quererlo, fue testigo de uno de los episodios que marcarían la historia policial de la Argentina: conoció a Fernando Araujo, el ideador del Robo del Siglo. Su cruce fue de casualidad cuando el sanjuanino, sin saberlo, acompañó a un amigo suyo y a Araujo al refugio de montaña donde luego apareció el ladrón tras estar prófugo de la Justicia.
El golpe fue el 13 de enero de 2006 y la banda se llevó entre 8 y 25 millones de dólares de la sucursal bonaerensa del Banco Río. Araujo, se escondió en San Juan hasta que lo detuvo Gendarmería y lo hizo en la quebrada de Bauchazeta, entre las montañas. El día que Guido conoció a Araujo, había ido con su amigo, Guillermo Santillana a comprar chivos a la quebrada, a 40 kilómetros de Bella Vista, donde él vivía, en el departamento de Iglesia, un distrito ubicado a 190 kilómetros de la Ciuad de San Juan.
Guido habló con el diario Tiempo de San Juan y contó que fue recién en el lugar que descubrió que junto a su amigo iba otro sujeto, que se hacía llamar "Fernando". "Cuando nos reunimos en el punto de partida, estaba Guillermo con su mujer Ximena Britos -a la que ya conocía- y con este hombre en cuestión, que me presentaron como Fernando", relató el sanjuanino.
"En el camino de ida no charlamos pero cuando llegamos al lugar, donde ahora nos encontramos, por lo que hablaban entre ellos entendí que tenía pensado quedarse y por eso veían las mejoras que debían hacerle al espacio", detalló Guido. El lugar donde se escondió Araujo está a 3.200 metros de altura sobre el nivel del mar y el ladrón inspeccionó la zona al llegar con la idea de quedarse un tiempo. "Yo no soy de andar averiguando. Entendía que el tipo iba a quedarse por un tiempo y nada más. Desconocía el por qué en esos instantes", explicó.
El otro sanjuanino que los llevó hasta ahí, Santillana, era dueño de esas tierras y conocía a Araujo por su novia Ximena Britos que había sido pareja del ladrón antes. Es más, a Santillana lo investigaron por encubrimiento porque aseguran que él le llevaba provisiones al prófugo y le informaba sobre la causa. "Después de permanecer ese tiempo, emprendimos el regreso y ahí sí charlamos con Fernando. Me contó que quería hacer un retiro espiritual en la montaña, que quería meditar, conectar con su ser interior y eso me resultó extraño, no por la idea en sí sino por su aspecto: no coincidía con el de una persona que hace ese tipo de cosas", detalló Guido.
El sanjuanino también contó que el artista plástico "vestía de negro, usaba anteojos, fumaba bastante y comía chicle compulsivamente. No daba con el perfil, aunque no le di demasiada importancia". Guido no sabía quien era Fernando en ese momento y recién se enteró cuando se corrió la voz de que Gendarmería lo había detenido. "No lo podía creer. Quién iba a pensar que uno de los integrantes de la banda que robó el banco vendría a esconderse a San Juan, a más de 1.500 kilómetros de distancia", expresó.