Dos familias salteñas vieron su duelo interrumpido por una situación que supera la ficción. Es que durante el fin de semana, la Clínica Cruz Azul de Salta Capital, donde suelen terminar los jubilados y pensionados, entregaron dos cuerpos intercambiados. A esto se le suma que las empresas funerarias Romano y Pieve no cumplieron con la rigurosidad requerida por su ámbito de trabajo, por lo que colocaron los cuerpos en los cajones intercambiados.
Así se lo comentó Juan Flores, hijo del fallecido Simón Flores Apaza, en diálogo con El Tribuno. Su relato inicia el sábado por la mañana, cuando a las 9.15 le avisaron a la familia que había fallecido Simón a los 77 años. El difunto padecía de artrosis de columna por su vida de albañil, y una infección urinaria, por lo que estaba internado en la Clínica Cruz Azul.
Según el certificado de defunción, sufrió un paro cardiorrespiratorio y tenía sospecha de coronavirus. La clínica le pidió a Juan los papeles correspondientes, y le aseguraron que ellos mismos se encargaban de entregarle todo al servicio Pieve para que retire el cuerpo, siendo el pagado por su padre desde 1997. Aunque la familia pidió el cuerpo, les indicaron que debían hacerlo a través de la funeraria por el protocolo de coronavirus.
El sábado al mediodía, Juan y su familia fueron a las oficinas de Pieve para corroborar que los papeles estuvieran en orden, y le dijeron que alrededor de las 14 buscarían el cuerpo para llevarlo a la empresa y prepararlo para la cremación. Con el dolor del duelo, la familia se preparó a viajar hasta Güemes para acompañar al cuerpo, pero llamaron a Juan desde Pieve para informarle que la clínica no quería entregar el cuerpo de su padre.
Se acercaron entonces a la clínica en un estado de desesperación, pero no los dejaban entrar, hasta que un encargado les dijo que al cuerpo de Simón se lo había llevado la empresa Romano el día anterior a las 18 horas. Recién entonces los dejaron ver los tres cuerpos que había: el sábado había dos hombres distintos con apellido Flores, y al llegar la empresa se llevaron el cuerpo equivocado sin fijarse qué Flores era.
“Para mi son unos irresponsables e irrespetuosos todos”, sostuvo Juan. “La clínica por no ver qué cuerpo entrega, Romano por no fijarse qué cuerpo se lleva, y Pieve por mentir que lo iban a buscar en dos horas el sábado y no cumplir”. La situación es dolorosa y trágica, especialmente porque las etiquetas de los cuerpos estaban rotuladas correctamente, pero aun así se entregaron equivocados. La madre de Juan se descompensó por la situación, la familia del señor Mauricio Flores enterró el cuerpo equivocado, y la familia de Juan casi crema el de Mauricio.
Todavía llorando su propio duelo, la familia de Mauricio Flores debió firmar una autorización para desenterrar el cuerpo, trámite del que se ocupó la empresa Romano a causa del conflicto: buscaron a Mauricio de la clínica, lo llevaron al cementerio, lo enterraron, desenterraron a Simón, abrieron el cajón para comprobar que era él, y lo llevaron entonces a Pieve para ir al crematorio en Güemes.
Según Juan, llegar al crematorio fue otra odisea, puesto que Pieve “se lavó las manos con todo”, y la carroza fúnebre que llevaba el cajón se detenía a cada rato. Según el conductor, es porque se calentaba el motor. Juan remarcó que sintió discriminación de parte de Pieve, que solamente se dedicó a entregarles una mejor urna por la situación. Finalmente, resaltó que lo peor de todo esto es la actitud de la Clínica Cruz Azul, porque no verificaron correctamente qué cuerpo se entregaba.