A pocos días de la condena a 17 años de prisión para los seis acusado mayores de haber violado en banda a una niña wichí de 12 años, tuvo lugar otro supuesto hecho de abuso contra una niña de nueve años de la comunidad aborigen chorote en Santa Victoria Este, al norte de la provincia de Salta.
La niña chorote, que se encontraba pidiendo pan por las casas, arribó a la vivienda de un "criollo", como le llaman las comunidades originarias a las personas no aborígenes, quien según la denuncia, le habría tapado violentamente con un trapo la boca e ingresado por la fuerza a la vivienda. Una vez allí, el hombre la condujo a una habitación y la violó.
En determinado momento, la víctima logró quitarse el trapo que le impedía ser escuchada y gritó con todas sus fuerzas. La pareja del abusador, quien sería docente en una escuela cercana, escuchó el grito desgarrador y corrió a la habitación a ver que estaba sucediendo.
Alli sorprendió a su marido abusando de la pequeña, y comenzó a golpearlo hasta que el hombre soltó a la menor. Según trascendió, la mujer habría sido golpeada por el abusador en un ataque de ira al verse descubierto por ella. La menor salió corriendo a la vez que el hombre propinaba amenazas para que no cuente lo sucedido.
La pequeña corrió a su hogar y el domingo, contó a su madre lo sucedido. Según los medios del norte de la provincia, a pocas horas de relatar lo ocurrido a sus padres, una horda de chorotes enardecidos atacaron la vivienda del abusador y de su esposa docente, y los lincharon al punto que el acusado debió ser hospitalizado.
La madre de la menor fue quien radicó la denuncia en la comisaría de Santa Victoria Este, y el sujeto llamado Pedro Pablo Ruíz fue detenido e imputado por los delitos de coacción y abuso sexual con acceso carnal en perjuicio de la menor de etnia chorote.
El abusador tenía antecedentes por venta de estupefacientes, y en muchos casos, la droga y los abusos son moneda corriente en el chaco salteño, generando estos estallidos de justicia por mano propia por parte de las comunidades aborígenes, que se sienten abandonadas por las autoridades.