Drogas, robos, venganza y mensajes mafiosos. Estos son algunos de los elementos que rodean el brutal asesinato de la joven Daniela Guantay, ocurrido en 2017, y cuyos detalles escabrosos son difíciles de olvidar.
La víctima desapareció el 28 de febrero de 2017, y su cuerpo mutilado fue encontrado a orillas del río Mojotoro una semana después. Le habían cortado las manos y la autopsia constató que había sido abusada sexualmente y sometida a otros tipos de tortura antes de morir.
El martes comenzó el juicio contra los cinco acusados y este miércoles declararon dos de ellos, negando todo.
Julio César Monasterio, Norberto Silvestre, Carlos Alfredo Agüero y Juan Reynaldo Álvarez, por homicidio triplemente agravado por mediar violencia de género por ser perpetrado con ensañamiento y por concurso premeditado de dos o más personas, abuso sexual con acceso carnal agravado por el número y calificado por la muerte de la víctima, tortura agravada por la muerte de la víctima, todo en concurso ideal agravado por la participación de un menor de edad.
A su vez, Marisol Griselda Urzagaste, está acusada del delito de homicidio doblemente agravado por ser perpetrado con ensañamiento y por el concurso premeditado de dos o más personas, tortura agravada por la muerte de la víctima, todo en concurso ideal agravado por la participación de un menor de edad.
Una joven que era menor al momento de los hechos, M.L.M, está imputada del delito de homicidio doblemente agravado por ser perpetrado con ensañamiento y por el concurso premeditado de dos o más personas, tortura agravada por la muerte de la víctima, todo en concurso ideal.
El relato de la madre de Daniela Guantay
Verónica Guantay relató que por el avanzado estado de descomposición del cuerpo, no la dejaron verlo, pero sí pudo reconocer las prendas que vestía. Pasó un mes hasta que le entregaron el cuerpo de su hija.
La mujer relató que el mismo día que desapareció, intentó hacer la denuncia, pero que los efectivos de la comisaría no se la tomaron, a pesar de que la conocían por la violencia de género a la que era sometida.
"Pasaban los días y no la encontraba, estaba desesperada... salimos a buscarla por todas partes y nadie la había visto...", relató la madre de Daniela.
La testigo contó que las amigas de la víctima le dijeron que su hija había robado una gran cantidad de droga a un "transa" y que la habían torturado y matado en venganza y para dejar un mensaje.
A su vez, remarcó que una de las acusadas (Marisol) le dijo antes de la aparición del cuerpo que a Daniela la habían matado y tirado en el río, pero que en ese momento no lo creyó.
La misma joven había señalado que el “Gordo Julio” y la “Gaturra” la habían matado, que “Chuly” dio la orden para que le corten las manos y que el Gordo Julio se las cortó.
Verónica Guantay aseguró que mientras buscaba a su hija averiguó que los vecinos habían visto el momento en que entraban a Daniela a la casa, y que le contaron que gritaba pidiendo que la dejen salir. La madre de la víctima supo el lugar en donde estaba su hija por que la acusada Marisol y “Gaturra” se le acercaron y le dijeron que estaba en la casa del “Viejo” Álvarez.
Cuando fueron con su otra hija, Tamara, les dijeron que Daniela no estaba allí.
"Mi hija estaba siempre con sus hijos, se las rebuscaba para darles de comer; era una buena madre", dijo Guantay, aunque aclaró que estaba al tanto de su adicción a los estupefacientes.
Según la reconstrucción realizada por la fiscalía y los resultados de la autopsia, Daniela Guantay fue atada a una silla, interrogada sobre el paradero de la droga sustraída, herida con un objeto cortante, abusada sexualmente, y amputadas sus manos.