La resolución en la que un juez de la provincia de Río Negro autorizó un parto subrogado para una pareja homosexual, entusiasmó a Alejandro y Aníbal, matrimonio rosarino que también recurrió a los Tribunales para que se tenga en cuenta su situación.
"Queremos ser padres dentro de una familia. Es el objetivo de mi vida. Un sueño que tengo desde antes que estuviera la ley de matrimonio. Queremos extender el cariño que nos tenemos, pero desde casa", expresó Alejandro, en una entrevista que concedió al diario El Ciudadano.
De hecho la pareja avanzó en el propósito de la subrogación de vientre. Una amiga les donó los óvulos y la madre de un amigo propuso su vientre. Consultaron en una clínica de fertilización en los Estados Unidos y otra en Buenos Aires. Incluso se entusiasmaron con la ley que obligó a las obras sociales a cubrir los tratamientos de fertilidad que se aprobó en 2013.
Pero la cobertura médica solo se hace cargo de la fertilización, la gestación debe afrontarlo la mujer que lleva en su vientre al niño. Más allá de eso hay otro problema, la ley argentina no admite que el niño es anotado con el apellido de los integrantes de la pareja homosexual.
"Previo al tratamiento, la mamá firmó un consentimiento libre y voluntario donde no se hace cargo del chico. La ley lo entiende como un abandono y no como una colaboración para una pareja que por lógica de la naturaleza no puede gestar ese hijo", explicó Alejandro y agregó: "El chico tiene derecho a ser inscripto por la pareja con la que está viviendo".
Para que sea atendida su situación, Alejandro y Aníbal presentaron un recurso de amparo para poder anotar al bebé como hijo legítimo de ambos. Esperan que la justicia les de la derecha y así retomar los pasos hacia la cristalización del tratamiento: entregarían el esperma de Alejandro y el óvulo de su amiga para gestar el embrión que otra amiga llevaría durante 36 semanas.