Superó una parálisis cerebral, pérdida de la motricidad que le impidió desarrollar la capacidad de escribir y varias operaciones. Soportó el bullying de sus compañeros y se dedicó a estudiar. Y a los 22 años se recibió de médico en la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Esta es la historia de Wenceslao Moreno, un joven nacido en Mar del Plata, pero que a los 11 años se vino a vivir a Rosario. Durante el parto se quedó sin oxígeno, lo que afectó su motricidad fina y limitó sus habilidades físicas, pero nunca se dio por vendió. "Las limitaciones están en la cabeza, no en lo motriz", aseguró en el joven.
Desde chico le tocó convivir con neurólogos, kinesiólogos y médicos de todo tipo, por lo que de a poco le fue tomando cariño a la medicina. Se sometió a operaciones de cadera y fémur, e hizo artes marciales para ganar movilidad, pero igual sintió en carne propia las burlas de sus compañeros de escuela, y la discriminación de la gente.
"Un día que viajaba en colectivo se me sentí como si tuviera cinco años por cómo me trataban todos, y me di cuenta del prejuicio que hay", relató y agregó que también le tocó estar del otro lado, cuando compitió con chicos con alguna discapacidad en juegos nacionales. "Uno me ganó por afano y entendí que la cosa pasa por otro lado", señaló.
Siempre fue de ponerse objetivos y no paró hasta conseguirlos, como cuando se fijó una estricta rutina de ocho horas diarias de estudio, incluso los fines de semana. "Fue una etapa bastante dura, pero hermosa. La verdad es que fue increíble. Cumplir un sueño es alucinante", manifestó ante las cámaras.
Con el apoyo de su familia, de sus amigos y de su novia, a la que conoció estudiando en la facultad, “Wenchy”, como le dicen sus allegados, alcanzó su sueño, y se convirtió en un ejemplo: nunca hay que darse por vencido.