Un grupo de rafaelinos se empezó a agrupar, luego de ver que algunas cuestiones que proponía el actual gobierno municipal iba en contra de la preservación de algunas características particulares de nuestra ciudad.
Todo comenzó con la reforma del Hall de ingreso del Palacio Municipal. Antes, al entrar, uno veía un mural. Se llama “La Cultura del Trabajo” de Juan Manuel Sánchez y fue colocado en ese lugar durante la gestión del intendente Ricardo Peirone. Hoy se ve una moderna pantalla LED. El cambio no fue comunicado a nadie, probablemente porque se pensó que no iba a incomodar. Pero eso derivó en que varias instituciones se empezaran a preguntar adónde estaba y dónde se iba a colocar.
Ahora, el tema es la posible demolición de los ExAlmacenes Ripamonti. El pasado 31 de enero, en la sesión extraordinaria del Concejo Municipal se aprobó una redirección de partidas del Presupuesto 2025. Es que la partida aprobada hacía un poco más de un mes había estimado unos $16 millones de pesos para las obras que en abril del 2024 se habían estimado como “urgentes”. Pero, en extraordinarias, dijeron que había un presupuesto presentado por una empresa para la “conservación y/o demolición” por $400 millones de pesos, como queda estipulado en el cuarto párrafo de los considerandos.
La oposición peronista logró incluir un artículo diciendo que antes de cualquier intervención deberá tener el Ejecutivo un “dictamen vinculante de la Comisión de Conservación y Defensa del Patrimonio Urbano”.
En ese marco es que este grupo de personas dicen que están reunidas “por un objetivo común: la defensa de los últimos vestigios históricos de una población producto de la inmigración”.
Destacan que en otras épocas, Rafaela fue un referente cultural a nivel nacional. “El orgullo de ser rafaelino ha sido un distintivo social que fue corriendo el eje del pertenecer, desde una visión integral, hacia la parcialidad de lo económico casi con exclusividad”, dicen.
“Algo funciona mal como comunidad cuando desaprensivamente se habla de demoler un Monumento Histórico Provincial, que la también histórica desidia política convirtió en ruinas; cuando se especula con destruir estéticamente una plaza histórica, sin fundamento que avale ese avasallamiento, porque de eso parece tratarse”, sostienen.
Se presentan ante los medios “Por razones como las expuestas, centralizadas en esta instancia en el proyecto de demolición de la Recova, insustituible ícono de identidad rafaelina, y de la posible destrucción del diseño de la Plaza 25 de Mayo”, anticipan los siguientes firmantes: Rocío Granero, Gabriela Guibert, Norma Fenoglio, Daniel Tosone, Nanci Zurvera, Luis Acosta y Delfina Barreiro, en representación del resto.
A continuación, el texto presentado:
La maravilla del patrimonio ajeno
El sueño de conocer Europa viene de la mano de aquellos ancestros nacidos en esas tierras y sus anhelos de volver a los sitios que los vieron nacer, esas ciudades con historias, edificios increíbles, arte, patrimonio.
Una tierra que debieron abandonar porque las maravillas les eran ajenas y, desde el hambre, la guerra y la desesperación crearon una ciudad, la nuestra. Una Rafaela construida de la nada, en tierras fértiles, pero sin aguas que facilitaran el emprendimiento. Familias desmembradas, familias enteras, hombres solos llegaron en carretas con aquellas pertenencias que pudieron trasladar en un barco que los traía a la América.
Llegaron los que sobrevivieron, y aquí cavaron un pozo para extraer agua y construyeron sus primeras casas, en un campo desolado que sembraron.
Y luego construyeron edificios sólidos en torno a una plaza central. De aquella época primera sólo queda el último vestigio de lo que no supinos respetar, parte de la Residencia Ripamonti y las ruinas de un sector de los Almacenes de Ramos Generales de la familia, que llegó a ocupar toda la manzana y la mitad de la siguiente, hacia el Boulevard Santa Fe.
Muy pocas construcciones quedan de ese patrimonio NUESTRO, construido desde la nada y viajamos a Europa para conocer, además de las grandes ciudades, aquellos pueblitos que nos maravillan.
Nacimos en esta ciudad, surgida en campos vírgenes hace sólo 143 años, que compite con otras milenarias en igualdad de condiciones. Debe ser por ese desarraigo transmitido desde niños -que continuamos comunicando- que vivimos pendientes de lo que no tenemos sin valorar el entorno.
Ese antiguo y obsoleto sentido de modernización relacionado con tirar abajo lo hecho y construir sobre las ruinas obras de dudoso sentido estético, acorde a los criterios de quienes gobiernan en el momento, va destruyendo nuestra identidad, convencidos de que lo que nos transmiten es lo mejor, que lo “nuevo” nos convierte en una ciudad progresista y nos invitan a ver Europa con sus ciudades patrimoniales, México con sus murales mientras derrumbamos las últimas ruinas de un Monumento Histórico Provincial, pretendemos modificar una plaza de diseño histórico y retiramos el primer vestigio del muralismo latinoamericano en nuestra ciudad para reemplazarlo por una pantalla, que nos cuenta qué estamos haciendo.
Sobre el final, citan normas como el decreto 5.932 del 29 de octubre de 1980 (en donde se recibe la donación de la Recova Ripamonti -que es el techado sobre la vereda de calle 9 de Julio), la ordenanza N° 4300 del 2009 (preservación del adoquinado), el decreto Provincial N° 592/2000 firmado por Reuteman en donde declaran Monumento Histórico Provincial a los ExAlmacenes Ripamonti, el informe de la Comisión de Preservación del Patrimonio Urbano en donde refiere al estado actual del sitio como “ruina” y se proponía una restauración total, entre otros puntos