Héctor Daniel Marchi siempre tuvo un perfil bajo, que no se condecía con su férreo carácter, en particular, a la hora de negociar. Pero siempre fue así en Rafaela natal.
Las primeras veces que enfrentó un micrófono no fue para interpretar nada contable, sino para explicar su desempeño como un duro y recio central de Sportivo Norte, en donde justificaba la rudeza de su juego con algunos problemas en la vista.
Después de que Omar Perotti decidiera no buscar la reelección como intendente de Rafaela, designó a Ricardo Peirone, su secretario de Hacienda, como su sucesor. Ya reelecto, en plena crisis económica, para manejar las cuentas de la “Perla del Oeste” eligió a Héctor Daniel Marchi (prefería que lo llamaran por su segundo nombre y no le gustaba tanto el apodo de “Cabezón”, surgido en el verde césped). Al igual que pasaba en su vida deportiva, su aspecto afable con se condecía con el carácter: manejaba las cuentas con firmeza y nada escapaba de su atenta mirada. Sobrellevó las riendas de la crisis del 2001 siendo implacable y dejando dinero para polémicas obras: la pavimentación de la pista del aeródromo (para la llegadas de vuelos a Buenos Aires que llegaron a cuentagotas) y la construcción de una nueva terminal, en unos terrenos cuestionables desde el punto de vista hídrico.
Ya en 2003, con la llegada de Jorge Obeid a la Gobernación, comandó las riendas de las cuentas de la Provincia de Santa Fe. Duró poco en el cargo: en el momento en que Néstor Kirchner eligió como candidato a ocupar la Corte Suprema de Justicia de la Nación a Ricardo Lorenzetti, el “Mono” (tal cual es el apodo con el que se lo conoce en Rafaela) se lo llevó a Buenos Aires para ser su mano derecha. La más hábil y silenciosa operadora de los fondos de uno de los principales poderes de la Nación.
Lorenzetti tuvo dos grandes adversarios en la arena política: Cristina Fernández de Kirchner (que, a diferencia de su marido, creía que Lorenzetti tenía un plan para llegar a ser Presidente de la Nación) y Elisa Carrió. Fue ésta la que lo expuso con datos respecto de lo que ocurría en Rafaela. En 2016, presentó una denuncia por enriquecimiento ilícito, según la cual, cheques de la AFA (en realidad, del Fútbol para Todos) que llegaban a Sportivo Ben Hur (cuyo presidente era el ya extinto Néstor Zenklusen, socio en Medios de la Región S.A. con “el Mono” y con Marchi), de la Mutual de Ben Hur, de 9 de Julio de Rafaela y de Sportivo Belgrano de San Francisco y terminaban cambiándose en la mutual Pyme Rural El juez federal Sergio Torres desestimó el caso por entender que no hubo delito.
Marchi fue el creador de un fondo anticíclico, idea tomada de la gestión de Obeid: implicaba que, cuando sobrara dinero, se guardara para épocas de vacas flacas. La buena inversión en los ámbitos financieros hizo que este fondo creciera de forma espectacular. Y con él, su poder.
En 2018, cuando Lorenzetti comienza a perder poder, sus personas de confianza fueron trasladadas o bien se alejaron de sus cargos.
A finales del año pasado, cuando el kirchnerismo avanzó con la idea de un juicio político a los integrantes de la Corte, sabía que no tenían los votos necesarios para sacar a nadie de la poltrona. Pero sí que podrían exponer las internas y los juegos de poder.
La crisis expuesta en Diputados
Hace algunos días, Aldo Tonón, quien estaba a cargo de la Obra Social de la Corte Suprema, tuvo que renunciar por las irregularidades expuestas en la comisión de Diputados. Era el hombre de confianza de Juan Carlos Maqueda. Marchi fue el apuntado: era la pieza que sería canjeada en el próximo movimiento. Cuando Lorenzetti llegó a la acordada, los otros tres miembros ya estaban reunidos y habían decidido el traslado de Marchi. “Sale hoy”, le dijeron al Mono, que se dirigió a su despacho y elaboró muy a las apuradas, un voto en disidencia. Notó ciertos errores y pidió algún tiempo para corregirlo. Le fue negado.
Es así que Marchi llegó a la Comisión de Juicio Político y disparó sin miramientos a Maqueda. “Maqueda quedó a cargo de la obra social. Una prueba clara de ello es que todos los directores los eligió Maqueda y nunca hubo concurso”, leyó Marchi en un escrito antes de ser interrogado.
Según el exadministrador, “Maqueda no solo supervisaba, sino que estaba al tanto de todos los actos que se realizaban. Nada se hacía sin la autorización de Maqueda”.
Cabe recordar que Maqueda, a pesar de no contar con nombramiento formal, reconoció que ejerció el control de la obra social en un mail donde notificó su renuncia y admitió actos corruptos. El juez dio un paso al costado en agosto de 2021, un mes antes de que la Corte ordenara una auditoría.
Los diputados oficialistas Leopoldo Moreau y Rodolfo Tailhade (Foto: Federico López Claro)
“Cuando yo ingresé, la obra social estaba fundida. La Secretaría General de Administración se hizo cargo del pago de los sueldos de los empleados e instrumentó una política de salarios altos”, destacó Marchi en su defensa.
Marchi declaró que su traslado a una nueva dependencia (votado por Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda) fue una “sanción encubierta” y denunció un “seguimiento” hacia él y “amenazas” contra colaboradores suyos.
La diputada oficialista Mara Brawer quiso más detalles y le preguntó si fue Robles el autor de esas amenazas. “Por supuesto”, contestó Marchi, y ahondó: “Las operaciones de prensa... ha amenazado a funcionarios que ‘van a terminar en Siberia’ si hablan conmigo… hay seguimiento, sabe dónde yo me junto con alguien”.
“La amenaza del traslado ya se cumplió. La otra amenaza es la cesantía. No me interesa: que me cesanteen”, desafió el testigo, y luego relató que “lo que ha sucedido esta semana en el cuarto piso de la Corte es una barbaridad: se han puesto trancas en las puertas, se han puesto policías que vigilaban”.