A 7 años del asesinato de María Fernanda Chicco, aún no hay justicia

Su crimen conmovió a Ceres y a la región. Su asesina, que vive aún no tiene una condena firme. Vive en Rosario.

A 7 años del asesinato de María Fernanda Chicco, aún no hay justicia
ESTRANGULADA. María Fernanda Chicco.

Se cumplen 7 años del asesinato de María Fernanda Chicco, que conmovió a Ceres y a toda la región. Su asesina, Karen Ñañez, todavía no tiene un fallo firme.

Fer tenía 18 años. Se había ido a estudiar a Cine a Córdoba. Volvió a Ceres porque era el fin de semana largo de carnaval y tenía algunos días para visitar a su familia. Ese domingo, sonó su teléfono. El número desde donde partió estaba agendado como Rodrigo, su exnovio. Coordinaron para verse, en un corralón.

Los mensajes no los había escrito Rodrigo, sino su nueva novia, Karen Ñañez, quien había planeado cómo la asesinaría, detalladamente. Y lo ejecutó a la perfección. Fernanda llegó al lugar pactado en su bicicleta. Ella, de apenas 16 años, la sorprendió con un puntazo de tijera en el cuello. Y le terminó quitando la vida, rodeándole el cuello con unos alambres. Tras terminar su macabro acto, le cortó un mechón del renegrido pelo de Fernanda y se llevó las ojotas. Quizás, para recordar lo que había hecho.

La familia Chicco y Ceres se movilizó para buscar a Fernanda. Le preguntaron a todos. Incluso a Karen. “No la vi”, dijo. Dos días después, encontraron el cuerpo sin vida, a la vera de la ruta nacional 34, junto a su bicicleta, entre unas maderas.

Rápidamente se esclareció el crimen: el corralón tenía cámaras de seguridad y registraron todo. Además, Karen había publicado una foto en sus redes sociales que llamó la atención. “Acá vas a terminar”, era el epígrafe. Estaba claro que hubo premeditación.

La causa interminable

La Jueza de Menores de Rafaela, Laura Lencinas, condenó a Karen Ñañez a 7 años por “Homicidio agravado por alevosía”. Pero, más tarde, la Dirección Provincial de Justicia Penal provincial la benefició con la posibilidad de ingresar el programa “Libertad asistida”. Dicho de otra forma: no cumplía la condena en la cárcel, sino con una medida socioeducativa. La sociedad cerecina, que estaba conmovida también por la desaparición de Maxi Sosa -quien nunca más fue visto-, quedó enardecida.

Cuando Karen cumplió la mayoría de edad, se fue a Rosario. Allí, intentó rehacer su vida: estudió Medicina en la UNR. Sufrió escraches, cuando detectaron que estaba entre los ingresantes de la cátedra de Óptica. Lo mismo ocurrió con un equipo de futsal.

Hace un año, en febrero de 2021, se amplió su condena: se pasó de 7 a 13 años. Y de cumplimiento efectivo. Todo hacía suponer que finalmente, iría a la cárcel. Pero no fue así: en marzo, un mes después, interpuso como última instancia el recurso de revisión de la pena donde interviene otro colegio de jueces de Santa Fe. En octubre, en una audiencia para resolver esta situación, la defensa y la Asesores de Menores propusieron tareas comunitarias, vinculadas a su estudio. Ahora, espera un hijo. Sin cumplir su condena. Aún no se resolvió. El crimen sigue sin condena judicial. Sí, claro, tiene la de la sociedad.