“Placas ausentes que levantan la sospecha de actos de vandalismo, el metal cotiza bien por kilo para quien lo quiere comprar”, publicaba Vía Punta Alta hace exactamente un mes. El último día de octubre.
La recorrida por nuestro cementerio realizada en octubre, dejaba en evidencia el faltante de recordatorios en las lápidas. El lunes por la tarde “mientras el personal policial del Destacamento Norte realizaba recorridas dinámicas y en distintos horarios aleatorios en el cementerio local, hallaron 33 placas recordatorias escondidas entre las tumbas y vegetación”, informaron desde la fuerza.
La información brindada por la policía local deja en claro que aún sigue sin existir vigilancia permanente en el lugar como sí había años atrás.
Esa ausencia sumada a la falta de paredones perimetrales e iluminación hacen que el predio sea como dice habitualmente “una boca de lobo” o “tierra de nadie”. No puede asombrar que haya roturas, profanaciones o robo de placas. Cualquier persona puede hacer lo que le de la gana ante la falta de seguridad.
La aparición de 33 placas escondidas y dispuestas para llevárselas entre tumbas y yuyos, no hace más que volver a dejar en evidencia el lamentable estado en el que se encuentra el Cementerio que se transforma en el escenario propicio para ese tipo de delitos.
El mantenimiento de la necrópolis local depende de la secretaría de Servicios, a cargo de Amadeo Córdoba el funcionario más polémico de la gestión de Uset.
Córdoba es el funcionario que “nadie sabe quien lo trajo y: “No sabemos cómo sigue ahí”, pero sigue. Los problemas también.