El sábado 16 de julio, cerca de las 8 hs, S. llegó a Urkupiña, en el predio de La Salada, para comprar ropa para revender. Pero en el medio de su recorrido fue drogada y secuestrada por dos hombres, que la llevaron a otro lugar, donde la violaron en grupo durante diez horas, para luego dejarla herida en Constitución. Ahora, buscan testigos para dar con los atacantes.
La joven de 30 años había llegado junto a su papá, su bebé de seis meses y un amigo que los llevaba en su camioneta. Tenía miedo de ir sola a Urkupiña, en el predio de La Salada, ubicada en Lomas de Zamora, por eso siempre la acompañaba su padre de cerca. Sin embargo, esta vez el hombre se quedó afuera para entretener al bebé mientras la joven hacía las compras.
S. tenía una riñonera con 65 mil pesos y su teléfono celular. Después de un rato de haber ingresado no respondía los mensajes, no atendía las llamadas. Había desaparecido.
El hombre pidió ayuda al personal de seguridad de Urkupiña. Llamaron por altoparlantes una y otra vez a S., pero no hubo caso. Así, su padre fue a la comisaría 10° de Ingeniero Budge, donde -incumpliendo todos los protocolos y disposiciones de la Justicia- se negaron a tomarle la denuncia por la desaparición.
De regreso a su casa, comenzaron a difundir las fotos de la chica en las redes sociales. Cuando “Quique” Antequera, dueño de Urkupiña, mandó a llamar a la familia para “ponerse a disposición”, llegó la llamada desde la Ciudad de Buenos Aires: la habían encontrado en Constitución.
A S. la secuestraron, la drogaron y la violaron durante 10 horas. Después, la abandonaron en Plaza Constitución, lastimada y golpeada.
Ahora la investigación está en manos de la Fiscalía Criminal y Correccional N° 38, a cargo de Juan Pedro Zoni y de la División de Investigaciones Comunales N° 1 de la Ciudad de Buenos Aires.
Qué recuerda S. sobre lo sucedido
Cuando S. bajó sola de una camioneta Volkswagen Transporter modelo ‘98, entró por la puerta N° 3 de Urkupiña y empezó el recorrido en el pasillo N° 1.
“Me detuve a preguntar en uno de los puestos los precios de las camperas, me atendieron dos personas (...) En ese mismo momento fue que se me cruzó por delante un carro de color plateado que transportaba comida. De repente, el carro frenó justo donde yo estaba parada así que quedé como encerrada”, contó la mujer.
“Un hombre de unos 20 años que intentó pasar justo donde estaba parada y me chocó con su cuerpo, intenté avanzar y salir de ese lugar, vi que otros dos hombres estaban muy cerca, detrás de mío, y seguían mis pasos, así fue que crucé el pasillo en dirección a otro puesto que estaba frente al de las camperas, un puesto donde vendían calzas”, dijo, señalando que es lo último que recuerda con claridad. Por ello, intentó hacer contacto con una mujer de seguridad “de cabello rubio y cortito” que “llevaba puesto un chaleco verde”.
Fue entonces que empezó a sentirse mareada. “Las cosas se me venían encima, sentía que me iba a caer al piso”, graficó. En ese momento, alguien se acercó, le sacó la riñonera y un hombre la tomó de la mano “tipo novios, entrecruzando los dedos”.
“Me habló como si yo fuera su pareja, me decía cosas como: ‘¿Mi amor, estás bien?’, ‘¿Querés ir afuera?’“, comento. El hombre le dio la riñonera al otro que también lo seguía y le ordenó: “Andá para el baño”.
S. dice que a partir de ese momento, todos sus recuerdos son borrosos. Dice que la subieron a un auto: “No sé hacia dónde me llevaron, recuerdo que comenzaron a sacarme toda la ropa entre dos hombres, pero en los asientos de adelante del auto había uno o dos sujetos más”.
La chica cuenta que ahí empezó el ataque, pero que siguió cuando la llevaron a un “edificio tipo monoblock que era de color verde”. “Me encapucharon, yo no veía nada y me daban de tomar un líquido amargo”, agregó.
“Tenés un Dios aparte. Te salvaste”
“Llegó la hora” era la frase que se repetían mientras la agredían, superándola en fuerza y número. Después del brutal ataque, sus agresores la abandonaron en Plaza Constitución, donde fue atendida por policías de la Ciudad que la trasladaron al Hospital Ramos Mejía. Las lesiones eran compatibles con una violación, por lo que se dio inicio a los protocolos de violencia contra las mujeres.
“Tenés un Dios aparte. Te salvaste”, le gritaron cuando la tiraron en la calle. La joven llegó a hacer la denuncia, pudo contactar al abogado Diego Stratiotis y solicitó ser parte en la causa.
El martes siguiente al ataque, la víctima empezó con “fiebre” por las graves lesiones, por lo que tuvo que ser internada en un hospital cercano a su domicilio. Dio positivo de Covid-19, por lo que estuvo lejos de su bebé lactante y de su hija de 11 años. Además de no poder tener la contención de su familia.
Aparte de esperar que las imágenes de las cámaras de seguridad ayuden a reconstruir el camino de sus agresores e identificarlos, buscan testigos.
“Necesitamos urgente testigos que hayan podido ver algo para reconstruir lo que pasó”, dijo Stratiotis, quien solicitó que ante cualquier información le escriban a su correo electrónico (diego@ahsderechopenal.com). Asimismo, el letrado pidió difundir una imagen de la víctima para que quienes la hayan visto, detectado alguna situación extraña o la reconozcan de la feria, puedan colaborar con el caso.