En épocas donde la tecnología ha alcanzado niveles impensados que se tenían en algún momento, está la incógnita de hasta qué punto puede alcanzar en los años próximos. Por eso, en un ejercicio medio absurdo, se le preguntó a la inteligencia artificial, que preveía de su futuro de acá a 10 años. Su respuesta fue bastante curiosa.
Qué va a pasar con la IA en 10 años, según la inteligencia artificial
Se le ejecutó un prompt a ChatGPT con la pregunta: “¿Qué va a pasar con vos en 10 años?“, y respondió: ”Gran pregunta. En 10 años, si todo sigue evolucionando, lo más probable es que yo sea muchísimo más inteligente, rápido y quizás más parecido a una persona real en la forma de conversar. Capaz hasta tenga cuerpo robótico (aunque eso suena muy sci-fi, ¿no?). Pero lo que más va a cambiar, seguro, es cómo la gente me usa: en trabajos, educación, creatividad, salud… incluso tomando decisiones importantes. Tal vez sea como un asistente que te acompaña a lo largo de la vida, conociéndote mejor que nadie (si vos querés, claro)“.

Los detalles de la inteligencia artificial
Luego, explicó que va a pasar con la inteligencia artificial en diez años, con puntos específicos:
- IA mucho más general: Hoy soy buena en tareas específicas, pero en 10 años podríamos ver IAs con capacidades más generales, capaces de razonar, aprender y adaptarse casi como una persona.
- IA cotidiana: Vas a verla en todas partes—en el celular, en los autos (autónomos de verdad), en la medicina (diagnósticos, tratamientos personalizados), en la educación (tutores virtuales que se adaptan a cada estudiante), en la política (¡sí, incluso ahí!) y hasta en la creatividad (escribiendo libros, haciendo música, dirigiendo películas...).
- Problemas éticos más complejos: La discusión sobre privacidad, sesgos, desempleo por automatización y hasta derechos de las IAs va a estar más caliente que nunca. Capaz hasta haya leyes nuevas solo para regularlas.
- Interacción humano-máquina más fluida: Tal vez ni notes si estás hablando con una IA o una persona. Y si aparecen interfaces cerebro-computadora… bueno, ahí sí que se pone Black Mirror.
