Antes de la elección se estimaba que, independientemente del ganador, la Argentina estaba ante un doble ciclo final en materia tanto política como económica. Aún una victoria de Sergio Massa hubiese obligado al peronismo a resetear su programa económico y también su marco de alianzas para enfrentar la etapa siguiente, muy delicada, en materia de desafíos macroeconómicos y por supuesto también sociales.
Pero el resultado de esta elección que estamos conociendo nos marca que ese fin de ciclo termina de una manera más abrupta, no sólo por el triunfo de Javier Milei, sino por la magnitud del mismo, que de alguna manera es una señal muy clara por parte del sector mayoritario de la sociedad argentina, de un cansancio o de un hartazgo.
Cuando uno ve el mapa, cuando uno ve la cantidad de protagonistas políticos, sindicales, sociales, económicos que respaldaban la candidatura de Sergio Massa y la casi soledad de Javier Milei para enfrentar este primer grupo, creo que queda muy claro que estamos frente a un verdadero terremoto de la organización que conocimos en la Argentina.
Se abren una serie de incertidumbres muy importantes, sobre todo teniendo en cuenta que habrá que ver cómo organiza con mucha rapidez su equipo de gobierno, qué espacio le da a Mauricio Macri y a Patricia Bullrich, que son los socios de lo que era Junto por el Cambio, que le han dado su respaldo explícito. Y también qué tipo de medidas va a ir anunciando en los próximos días para enfrentar alguno de los problemas más urgentes de la economía nacional, básicamente el que hace al cepo. También tendrá que terminar de aclarar los tiempos en los que piensa instrumentar la anunciada dolarización.
El día feriado probablemente sea una ayuda para que los mercados tengan tiempo de procesar las primeras palabras del candidato y también de sus referentes más cercanos, pero me parece que es una posibilidad cierta que el tránsito de las próximas semanas sea algo tumultuoso, porque el volumen de los problemas de la Argentina es muy grande, muy fuerte, y ha ganado el espacio que tiene más asignaturas que completar respecto a los equipos políticos y técnicos de gobierno. Y además el que proponía, si se quiere, una salida más abrupta. Así que me parece que vamos a tener que medir los tiempos en la Argentina, probablemente ya no por meses o por semanas, sino por días y por horas, al menos de aquí al 10 de diciembre.