¿Los argentinos tendrán esta noche al sucesor o la sucesora de Alberto Fernández? ¿O será necesario un balotaje para saberlo? Si hay segunda vuelta, ¿quiénes serán los postulantes de esa finalísima programada para el 19 de noviembre?
Esos grandes interrogantes se develarán cuando se procesen los resultados de unos comicios que se desarrollarán este domingo en todo el país y que están atravesados por un nivel de incertidumbre inusitado.
Pese a que hace apenas 70 días las Paso tallaron una primera insinuación sobre las preferencias políticas de la mayoría, todo está por definirse en las próximas horas. Será clave el nivel de participación, luego del exiguo 69% de las Paso, por debajo de los niveles históricos.
Estas elecciones generales, las décimas desde la restauración democrática de 1983, llegan en un momento de extrema fragilidad económica y con una sociedad que se muestra hastiada por sucesivos golpes de una crisis que no da tregua y que se acentuó desde 2018.
La inercia inflacionaria ascendente –que se descuenta se acelerará gane quien gane, por efecto de una devaluación que los mercados descuentan– no encuentra un ancla.
La falta de un programa económico consistente, la alta desconfianza política reinante y el impacto de una sequía de dólares sin precedentes conforman un cóctel explosivo que se refleja, al final de la cadena, con un nivel de pobreza por encima del 40%. La degradación social es insoportable para cada vez más argentinos.
Javier Milei (La Libertad Avanza), Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) y Sergio Massa (Unión por la Patria), los líderes de los espacios políticos mejor posicionados en las primarias y que terminaron en un virtual triple empate (29,8%, 28% y 27,2%, respectivamente), pugnan por ganar en primera vuelta o por ser parte del eventual balotaje.
El cordobés Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País), quien obtuvo 3,7% en las Paso, y Myrian Bregman (2,6%), cabeza de la propuesta de la izquierda, completan la grilla de postulantes, aunque sin posibilidades reales de llegar al poder. El gobernador ganó visibilidad luego de los debates y en su entorno se entusiasman con mejorar lo hecho en agosto.
Definición entre tres
El sorpresivo triunfo de Milei de agosto pasado, que no pudo ser anticipado por los encuestadores ni por los analistas, trastrocó desde el arranque la campaña electoral que finalizó el jueves.
En el campamento de LLA se muestran seguros de ingresar al balotaje y descuentan que volverán a ser los más votados. Ganar en primera vuelta –para eso se necesita sacar 45% o, en su defecto, llegar al 40% y lograr una diferencia de al menos 10 puntos sobre la segunda fuerza– no es imposible, dicen los libertarios, aunque creen más factible que haya un balotaje.
El ultraliberal copó la agenda con propuestas de alto impacto aunque de difícil y dudosa implementación, especialmente si no cuenta con poder de fuego en el Congreso.
La dolarización de la economía, con el preanunciado cierre del Banco Central –su propuesta económica insignia–, es criticada por el resto del arco político y por la mayoría de los economistas; incluso por voceros del Fondo Monetario Internacional. Milei ratificó que esa iniciativa será eje de un eventual gobierno suyo, aunque aclaró que requerirá tiempo para su implementación.
Además, Milei plantea modificar los sistemas estatales de salud y de educación, implementando un esquema de vouchers o bonos que aún no fue explicado en detalle y que genera críticas y dudas.
El liberal también dijo que hará un “ajuste” por encima de lo que reclama el FMI y que “lo pagará la política”. Además, plantea volver a un esquema de capitalización para las jubilaciones, como el de las AFJP que instauró Carlos Menem en la década de 1990. En los últimos días, dijo que privatizará “todas” las empresas estatales, incluida YPF. Hasta anunció que planea vender el yacimiento de Vaca Muerta, la principal fuente de reserva energética que tiene el país.
Entre sus enemigos, sumó a la Iglesia Católica tras calificar al papa Francisco de “amigo de comunistas” y de inundarlo de críticas. La curia contestó con distintas acciones a esas agresiones. La tensión escaló todavía más en los últimos días luego de que uno de los principales referentes libertarios llamó a romper relaciones con el Vaticano. Quien saludó a Milei y le deseó un triunfo para hoy es Jair Bolsonaro, el polémico derechista expresidente de Brasil.
Pese a la severa crisis, reflejada en un dólar sin precio en los últimos días y que intentó controlar a fuerza de controles de cortísimo plazo, Massa se muestra confiado. “Estamos dando vuelta” la elección, repitió antes de la veda.
El candidato y ministro de Economía hizo campaña casi en soledad. El Presidente y la vice Cristina Fernández estuvieron ausentes. La única excepción es la del gobernador bonaerense Axel Kicillof, quien buscará hoy su reelección. La suerte de ambos está unida en la vital batalla que se dará en la provincia de Buenos Aires. Que ese tándem funcione compacto y sin corte de boleta –a diferencia de lo ocurrido en las Paso– es clave para el oficialismo.
Massa intentó mostrarse arriba de la tabla en un largo surfeo que lo trajo hasta hoy. Es la cara visible del fracaso económico. Sin embargo, y apelando a todo lo que tenía a su alcance, intentó mostrarse competitivo.
Lo hizo apoyado en la idea de un Estado que repartió lo que no tiene. El plan “platita”, con entrega de bonos y descuentos de todo tipo a costa de más déficit e impresión de pesos, lo condujo hasta acá. Massa viene de lograr en las Paso el peor resultado del PJ en su historia. Que el oficialismo tenga chances parece un milagro político. Para caracterizar la gestión del tigrense, la oposición habla de “tierra arrasada”.
Para Bullrich, el desafío de este domingo también es enorme. Incómoda durante el grueso de la última campaña y despojada del mandato de “cambio”, del que se apropió Milei, la líder del PRO pretende colarse en el balotaje después de semanas sin norte. Su propuesta de “terminar con el kirchnerismo” y con las “mafias”, y su apuesta a garantizar la gobernabilidad futura de la mano de las gobernaciones y de la fuerza en el Congreso de Juntos por el Cambio conforman sus principales ejes.
En el medio, debió lidiar con la reconstrucción de la coalición, fracturada fuertemente tras la interna. Por momentos, el expresidente Mauricio Macri fue oscilante en su apoyo, un factor que no ayudó. Los gestos de él hacia Milei generaron inquietud hacia adentro. Bullrich patinó al explicar su propuesta económica “bimonetaria” y recurrió al economista Carlos Melconian. En la última semana, en un gesto que para algunos podría ser tardío, presentó a Horacio Rodríguez Larreta como su jefe de Gabinete en caso de llegar al poder.
Si alguna de las dos grandes coaliciones queda hoy fuera de carrera –un escenario bastante probable–, no hay dudas de que la reconfiguración de esas fuerzas será inminente. Como nunca antes, la continuidad de esos esquemas políticos depende de un resultado.
El nuevo Congreso, sin mayoría
Además de presidente y vice, los comicios servirán también para reconfigurar el balance de fuerzas en el Congreso. Se imponga quien se imponga –ya sea hoy o en la segunda vuelta–, quien asuma el 10 de diciembre no tendrá mayoría parlamentaria propia. Nadie logrará reunir 129 escaños propios, indispensables para el cuórum en Diputados.
En función de los votos obtenidos en las Paso, sí se espera que La Libertad Avanza tenga una expansión importante en ambas cámaras. Hoy sólo tiene tres diputados. El salto, si se repite el desempeño de las primarias, será de hasta 41 diputados. De todos modos, estará lejos de controlar la cámara baja.
Diputados renueva 130 bancas sobre un total de 257, mientras que en el Senado el recambio es por un tercio de su composición (24 bancas sobre 72). Las provincias de Buenos Aires, Formosa, Jujuy, Misiones, La Rioja, San Luis, San Juan y Santa Cruz votan por tres senadores cada una.
En la nueva Cámara Alta, tampoco habrá mayoría. La fuerza de Milei podría dar la nota si se repite el resultado de las Paso: pasaría de no tener senadores a sumar ocho, si es que confirma las victorias en Jujuy, La Rioja y San Luis, donde obtendría las dos bancas por la mayoría en cada provincia por haber salido primero, sumadas a dos lugares por la minoría en Formosa y San Juan, donde quedó segundo.
Además de la elección provincial en Buenos Aires, también habrá comicios distritales en Caba –claves para Juntos por el Cambio–, Entre Ríos y Catamarca.