En la memoria criminal de Estados Unidos, pocos nombres provocan tanto escalofrío como el de Ed Gein, el granjero de Wisconsin que en 1957 horrorizó al país con los hallazgos dentro de su casa.

Décadas después, su perturbadora vida vuelve a cobrar fuerza en la nueva entrega de la serie Monstruo de Netflix, que llevará a la pantalla uno de los casos más macabros de la historia criminal norteamericana. Esta historia será la tercera temporada de la exitosa serie creada por Ryan Murphy e Ian Brennan.
No es sorpresa que las búsquedas en Google sobre Ed Gein aumentaran en las últimas semanas. Algo que queda muy a la vista a través de la herramienta de Google Trends.

La historia de Ed Gein
Nacido en 1906, Gein creció bajo la férrea influencia de su madre, Augusta, una mujer religiosa que le inculcó el temor al pecado y el desprecio hacia las mujeres. Su padre, alcohólico y ausente, nunca equilibró ese entorno opresivo. Aislado, sin amigos y dependiente de Augusta, Ed quedó completamente solo cuando ella murió en 1945. La granja familiar se transformó en un mausoleo: habitaciones selladas como santuarios a la memoria materna, mientras él vivía rodeado de obsesiones enfermizas.
El 16 de noviembre de 1957, la desaparición de Bernice Worden, empleada de una ferretería, llevó a la policía hasta la granja de Gein. Lo que encontraron superó cualquier imaginación: cabezas humanas convertidas en cuencos, muebles tapizados con piel, corsés de carne, lámparas de hueso y un “traje” femenino hecho de restos humanos que Gein vestía en secreto.

En sus confesiones, admitió solo dos asesinatos y reveló que desenterraba cadáveres de mujeres parecidas a su madre para usar sus cuerpos en macabros experimentos. Aunque nunca se comprobaron más homicidios, el horror de los hallazgos bastó para inmortalizar su nombre.
De la realidad a la cultura pop
Declarado demente, Gein pasó el resto de su vida en hospitales psiquiátricos hasta su muerte en 1984. Su caso, sin embargo, trascendió los tribunales y se convirtió en material de culto para el cine de terror: inspiró a Norman Bates en Psicosis, a Leatherface en La masacre de Texas y a Buffalo Bill en El silencio de los inocentes. Su figura definió un arquetipo de monstruo obsesionado con la madre, la necrofilia y el uso de restos humanos que sigue alimentando pesadillas.