Este martes el Gobierno de Mendoza comunicó que ya no será necesario exigir las declaraciones juradas, una medida que beneficiará a distintas actividades. Entre ellos, los albergues transitorios, quienes debían solicitar documentación a sus clientes, algo que rompía con su servicio de anonimato.
Esta decisión del Ejecutivo tiene que ver con que a partir de este 1 de diciembre, Mendoza comienza a recibir turistas de otras provincias. Las autoridades anunciaron que hay “capacidad de respuesta en lo sanitario”, pero con la “gran responsabilidad de cuidar el trabajo de los mendocinos”.
Es en esa misma línea es que decidieron “no imponer restricciones o requisitos insólitos o inaplicables” como solicitar completar declaraciones juradas, algo que en su momento utilizaron para cruzar información y rastrear de dónde venían los casos de COVID-19.
Vuelve la esencia de los hoteles alojamiento
Durante meses, los albergues transitorios de la provincia tuvieron que exigir a sus clientes que completen la declaración jurada, algo a lo que muchos se negaban por el solo hecho de que tenían que dar a conocer su identidad y de la persona que los acompañaba.
Es que, además de los meses sin actividad, de trabajar bajo la modalidad de hoteles y la exigencia de los protocolos, se sumó este requisito impuesto en su momento por el Gobierno, el que atentó contra la esencia de los “telos”.
Muchas parejas cuando les pedían completar el documento con sus datos, optaban por no ingresar al lugar o directamente no hacían su reserva. Los responsables de estos espacios comentaron semanas atrás a este medio que muchas personas no se sentían cómodas con esta situación.
Desde el albergue La Luna, comentaron a Vía Mendoza que esta es una decisión “que estábamos esperando con ansias. Sabíamos que en algún momento iba a llegar y lo vemos con buenos ojos, ya que en el proceso de modificar los protocolos esto era una prioridad”.
Y resaltaron que esta medida fue cuestionada cuando se declaró la circulación comunitaria del virus en la provincia, ya no se hacían los seguimientos epidemiológicos.
“No solo que nos generaba un gasto aparte, por la impresión de las hojas cuando estábamos en la cuerda floja económicamente, sino también porque he visto gente pegarse la vuelta para no firmar la declaración”, explicaron desde la generencia del reconocido alojamiento de Guaymallén.
Por su parte, Pablo Giménez, uno de los propietarios de San Isidro, ubicado en Las Heras, comentó que en su momento las personas “estuvieron reticentes, pero después fue evolucionando y la gente fue cambiando de idea”.
Y consideró que esta medida “puede ser que favorezca, pero no va a ser significativo, tampoco digo que no va a influir. En general la gente está muy cansada y le buscan la vuelta para no gastar dinero. Esas y otras situaciones ayudaron a que se vaya complicando el rubro”.
Sin embargo, los propietarios de San Isidro están evaluando dejar de funcionar como “telo”, ya que no les es redituable con los boliches aledaños cerrados, la elección de las parejas de ir a departamentos, y el poco movimiento en esa zona del Challao.
“Ya no se está usando como en otras épocas, y la carga impositiva es muy grande”, explicó acerca de esta decisión Giménez. Es por eso lo que remodelarán la idea de negocio, apostando al turismo con las cabañas que tienen en ese complejo.