El mendocino Ignacio Lucero tiene 48 años y este sábado por la mañana partió a una nueva expedición –acompañando a otros andinistas- para intentar hacer su cumbre número 45 en el cerro Aconcagua. Suponiendo que Nacho –o cualquier otro ser humano- pudiese intentar hacer cumbre en el Coloso de América desde el primer día de vida (algo humanamente imposible), el promedio de Lucero es de casi una cumbre en el Aconcagua por cada año de vida.
El tema es que Nacho no es un andinista más, sino que –probablemente- sea uno de los más experimentados en lo suyo en Mendoza, algo que por humildad y perfil bajo jamás se escuchará de su boca. Tras casi morir y volver a nacer –literalmente- en Nepal en octubre de 2011 y cuando se preparaba para intentar hacer cumbre en el Manaslu (sufrió un infarto masivo, seguido de un ACV), Lucero “paró la pelota” durante un tiempo más que prudencial. Pero luego, cuando ya estuvo preparado nuevamente, regresó a su primer gran amor –la montaña-. Y, desde entonces, fue el protagonista principal de infinitas aventuras dignas de un libro o documentales de Netflix. Entre ellas se destaca la más reciente, aquella que lo llevó a escalar el monte más alto de Alaska y recorrer toda la cordillera en Pakistán en 90 días, en plena pandemia durante el año pasado y reprogramando infinitas veces los vuelos con aeropuertos que casi que cerraban sus puertas ni bien él los abandonaba.
Además de montañista, Nacho es fotógrafo. Cuando regresó a Mendoza en agosto del año pasado y tras la más reciente de sus aventuras cinematográficas, aquí lo esperaban su pareja, María Fernanda Martínez Thierry y su hijo –quien estaba en camino- Salvador, y de quien podría decirse que decidió esperar a que su padre pisase nuevamente suelo mendocino para llegar a esta vida. “Hoy cumple 4 meses Salvi, y la verdad es que vino a cambiarnos la vida. No sabés lo que es Nacho con él; ya lo está llevando a nadar, a andar a caballo y hasta tiene una mochilita para llevarlo a la montaña cuando cumpla su primer año”, resume Fernanda en los minutos posteriores a que Nacho partiera –una vez más- rumbo al Aconcagua para intentar tocar (una vez más) el techo de América con sus manos.
“Nacho tiene mucha energía, siempre la tuvo. ¡Y mucho más ahora con este bebito! Esta mañana se fue bastante triste por tener que separarse de nosotros, pro ahora va y viene con fechas más concretas y tiempos más cortos”, sigue Fer en diálogo con Vía Mendoza.
Para la primera mitad del 2022, Nacho Lucero ya tiene un itinerario definido de expediciones, salidas y aventuras. Y una de las aventuras más asombrosas es la que incluye completar en esquí la travesía en el Monte Elbrus (Rusia) en abril.
La aventura sin fin
Entre mayo y agosto del año pasado, Lucero recorrió algunas de las montañas más importantes –e impactantes- del mundo. A lo largo de esos más de 90 días, Ignacio diagramó y encabezó una expedición en el Monte Denari (Alaska), donde hizo cumbre junto a un hombre ciego por primera vez en la historia. Luego siguió con sus expediciones en las cordilleras pakistaníes, en un itinerario que incluyó nada más y nada menos que 17 vuelos entre reprogramaciones y suspensiones, además de una cantidad de tests de PCR de los que el propio Lucero ya perdió la cuenta.
El 26 de agosto Nacho cumplió 48 años y ya estaba de regreso en Mendoza, aunque con la cabeza y sus expectativas puestas en lo que se convertiría el mayor de sus desafíos: la paternidad. Nueve días después, el 4 de septiembre de 2021 nació Salvi, por cesárea.
“A las dos semanas de haber llegado, nació Salvador. Fue realmente difícil, porque ser madre o padre en pandemia es complicado. Y él estuvo 3 horas afuera de la sala y nadie le decía nada. Lo más asombroso de todo es que este chiquito (Salvi) lo sigue en todo y tiene una conexión increíble con el papá. Cuando mi hijo estaba en la panza, yo le ponía los audios de Ignacio para que escuche”, rememora Fernanda. Ella y Nacho se conocieron hace alrededor de 10 años, un tiempo después de que el montañista sufriera el infarto masivo y el ACV. En ese momento se hicieron amigos, aunque cada uno siguió con sus vidas y sus parejas. Pero la pandemia los reencontró y volvió a cruzar sus caminos, esta vez para un proyecto de vida juntos.
“La que va a buscar ahora, su cumbre 45 en el Aconcagua, es la primera que va a intentar siendo padre. Yo siempre estoy tranquila, porque de una u otra manera las cosas le salen y él tiene un Dios aparte”, resume Fer con optimismo y felicidad.
Entre la paternidad y las montañas
Aunque Lucero por estas horas inicia una nueva expedición al Aconcagua, ya participó de otra de sus aventuras luego del nacimiento de Salvador. Fue en noviembre del año pasado, cuando salió con otros tres andinistas para comandar una expedición al Cerro Llullaillaco (Salta). “Él me está pasando todo el tiempo el GPS, la ubicación, aspectos relacionados con el clima. Yo a veces trato de ayudarlo desde acá. A veces el niño me lleva menos trabajo, la verdad”, sigue Fernanda mientras ríe. Y se sincera: “la verdad es que yo prefiero esperarlo en la base o en casita, le hago todo el seguimiento y apoyo logístico. Tengo bien en claro que si un día a Nacho le sacan la montaña, es como quitarle la vida”.
Para el 2022, Ignacio Lucero ya tiene una agenda ya armada cob expediciones. Según su agenda, el 15 de febrero –dentro de poco más de un mes- saldrá hacia el Nevado de Tres Cruces (Chile) para completar la travesía por la pared sur y por la central. Ya en marzo, el 2, viajará al volcán Walther Penck (Catamarca, Argentina), mientras que el primer gran viaje lo tiene fechado para el 1 de abril. El Monte Elbrus (Rusia) es la meta, y su intención es subirlo como parte de una expedición tradicional, aunque quiere bajarlo esquiando.
El 13 de abril ha fijado ir al Kilimanjaro (Tanzania), mientras que para mayo sus metas son el Nevado Sajama (15 de mayo) y el Huascarán (26 de mayo, ambos en Bolivia). Para completar este primer semestre. Nacho Lucero tiene pensado regresar a Pakistán, al Broad Peak y el 25 de junio.