Después de la tempestad, la calma; ¡pero no de forma inmediata!. Luego del repentino y efímero viento que “se levantó” en distintos puntos del Gran Mendoza este viernes por la tarde, los mendocinos no vimos sorprendidos por una nube de tierra, y que se mantuvo suspendida en el aire durante varias horas. Las fotos aéreas en las que se ve a la Ciudad de Mendoza desde arriba o aquellas en las que el objetivo apuntaba hacia el cielo fueron realmente impactantes durante toda la tarde del viernes. Y es que, como si se tratara de una de las plagas de Egipto o el inicio del Día del Juicio Final, una espesa capa de un marrón terroso cubría la superficie. Y no se trató únicamente de un fenómeno visual, sino que esta situación atmosférica también traer algunas complicaciones respiratorias; sobre todo para aquellas personas alérgicas o con ciertas patologías.
Más allá de las distintas denominaciones que uno pueda darle desde lo coloquial, dentro del lenguaje meteorológico y atmosférico, este fenómeno tiene una denominación concreta: tempestades de polvo. Y a diferencia de lo que ocurre en África o en Medio Oriente, en Mendoza y en el territorio central de Argentina no es la arena el principal condimento; sino que es tierra y, justamente, polvo.
“Hay dos mecanismos principales para la formación de tempestades de polvo. Uno de ellos está asociado a las situaciones en que se dan con el viento Zonda y, luego, con el ingreso del frente frío posterior. Ese frente frío es Viento del Sur que viene arrastrando el polvo”, destacó el meteorólogo e investigador del CCT, Juan Rivera.
Sin embargo, el que se pudo observar durante la tarde del viernes fue uno más característico de esta época del año, con condiciones más estivales. “Esto es porque se forman tormentas, y el combustible de estas tormentas es el aire húmedo y cálido del norte. El tema es que el residuo es el aire frio y seco que se desprende por debajo de las mismas. Entonces, cuando tenes formación seca, se mueve. Esto es lo que se vio ayer en Mendoza, en San Juan, en La Pampa, en Córdoba y en todo el centro del país; se formaron estas tempestades de polvo. Son mecanismos de aire frío y seco, a veces vinculados con un frente frío”, se explayó Rivera.
Por qué tanto polvo
La particularidad de este 2020 -o, bueno, una de las infinitas particularidades de este 2020- es que, en todo el territorio argentino, se trata de un año bastante seco. “Sobre todo en el centro. Entonces, estas tormentas que se forman no siempre dejan precipitaciones; a veces se forman y dejan muy poquitito. Y el viento que se desprende de las tormentas -o aquel asociado al frente frio- se encuentra con un suelo muy seco y favorece este fenómeno”, agregó el investigador.
Otro de los nombres con que se conocen estas tempestades es “Haboob”. “Ese es el nombre que le dieron los aborígenes de África, quienes viven justo en el límite entre el desierto y las ciudades, y que es donde más comúnmente se registran. Es como un paredón gigante de tierra y polvo”, agregó Rivera.
Aunque no tiene mucho de novedoso -incluso, en Mendoza-, este año su observación ha sido más evidente justamente por las características de sequía del año. “Este año se dieron bastante, entre 5 y 10 veces al menos. El factor principal es geografía; con un suelo tan seco, las condición estuvo predisponiendo en todo momento que el polvo se levante. De hecho, muchas veces ocurrió de noche, y justamente no se ve como en el día o la tarde. La sensación es la de que queda como una montaña, toda de polvo en suspensión”, agregó Rivera, quien destacó que no es característico ni exclusivo de una estación o de otra. “Se da todo el año. En líneas generales, hasta mediados de 2019 Mendoza venía registrando (en el llano) mas precipitaciones de lo normal. Eso pudo incidir en que este fenómeno no fuera tan habitual, y en que este año tome notoriedad la ocurrencia más frecuente”, sintetizó.