En abril de 2013 un grupo de delincuentes intentó asaltar a Pablo Quiavetta y a sus amigos en el Parque General San Martín, en Mendoza, para robarles un auto. Los delincuentes dispararon al azar y la bala dio en la cabeza del joven que en ese momento tenía 28 años. Esta semana, a cinco años de aquella fatídica noche, publicó una carta en la que dice que se siente abandonado por distintos gobiernos de turno y las diferentes instituciones.
El pronóstico de Pablo no era para nada alentador, sin embargo una semana después de haber estado al borde de la muerte, logró revertir el cuadro y salir adelante. Pero la bala quedó alojada en su cabeza y le provocó daños motrices.
La carta completa:
Un tipo se junta con dos de los vagos y le muestra el chiche nuevo. Estos deciden ir de gira para ver que sale en esa noche. Saben que salen "regalados" o ver quién se les regala. Son conscientes que en un abrir y cerrar de ojos, puede cambiar su vida o cambiarle la vida a otros.
Puede que hayan salido con una "fija". Que hayan estado a la espera de un llamado y así ubicar su objetivo. Cuando todo saltó, simplemente actuaron. Fueron en busca de lo que querían, y sin pensarlo salió lo que esperaban, se encontraron con un "Vento". Aunque en el lugar indicado había también un grupo de muchachos, y al final de cuenta, lo único que salió fue un disparo.
Fue ahí donde abrí y cerré mis ojos. O mejor dicho, en ese mínimo momento y con ese único disparo me cerraron los ojos, y cuando los abrí ya no estaba en el mismo lugar. Los olores eran otros, las luces eran más fuertes y el pitido de una máquina detrás de mi cabeza me hizo entender que algo había pasado. Desde ese momento algo había cambiado en mi vida. Mi vida ya no iba a ser la misma. Ni mi vida, ni la de los chicos que esa noche estaban conmigo, ni la de mi esposa, ni de mis familiares y amigos iba a ser igual. Les puedo asegurar que "ya nada es igual".
A pesar de ello y gracias a Dios hoy estoy vivo, para bien o para mal estoy vivo. Dios me quiso dejar en este mundo y por algo fue. Igualmente con mucho esfuerzo logre recuperar parte de mi cuerpo. Logré de una u otra manera impulsar o empujar a mi familia a seguir adelante, y ellos hicieron lo mismo conmigo, sin el apoyo de ellos no lo hubiese logrado.
Ahora bien, ¿cómo puedo incentivar al nuevo fiscal (ya que en cinco años han pasado tres fiscales) a que reabra o desarchive mi causa? Esta causa que aún ellos no le encontraron nada. ¿Quién, quién soy yo como para darles a entender que para mí hay varios puntos pasados por alto?; ¿Cómo puedo comprobar que para mí, hubo un mal actuar policial?; ¿Quién me puede decir, cómo es posible que el auto que quedó tirado por la zona tiene marcas de disparos y las cubiertas reventadas y los tipos se van del lugar caminando? ¿Cómo es que un móvil quedó con dos plomos incrustados de un calibre 32mm y ninguno de los involucrados vio nada? Estas por ejemplo, son unas de las tantas preguntas que resuenan en mi dañada cabeza, y verdaderamente no le encuentro respuestas.
Otras de las tantas cosas que no me dejan dormir es: ¿cuánto vale la palabra de un gobernador? ¿Cuánto vale la de un Director de un instituto tan importante como lo es el I.P.V.?; ¿Cuánto vale la firma de estos puesta en un compromiso en papel?; ¿Cuánto creen que vale mi vida para ellos?
Luego de tanto insistir con llamados o con visitas al I.P.V. desde el 2014 hasta hoy, recién en el 2016 obtuve una respuesta de una de las jefas de Área Privada y dijo: -"si en algún momento, alguna persona inscripta en algún barrio del I.P.V. se da de baja, automáticamente entra una persona con discapacidad en ese barrio"- y mi pregunta fue: ¿En los tiempos en los que vivimos, qué % de personas se dan de baja a un plan de vivienda del I.P.V. después de la gran cantidad de requisitos que este solicita para ingresar?; ¿Hay personas que se dan de baja?- obvio contestó que "hay un montón de personas que se bajan".- Uds. lectores: ¿conocen a alguien que haya hecho esto? Yo no, ni uno. Entonces entendí otra cosa, "SOY UNA PÉRDIDA". Claro, para el estado en mi condición física actual, soy una pérdida... les genero gastos, les aumento el déficit, por eso me han dado tantas vueltas. Más allá que ya esté dentro de la población activa a pesar de mi discapacidad y de que como muchos pago los impuestos, uso cajeros automáticos, etc. sigo siendo una pérdida para el estado, aunque pague sus salarios soy una pérdida. No les interesa si sigo vendiendo mis bienes para subsistir o lo que haga para que mis hijas coman, mientras en sus bolsillos nada falte, no les va a interesar. Nada.
A veces esto duele, a veces casi siempre es así. Una pena. Pero me refugio en lo mío, lo único que no perdí, MI VIDA Y MI FAMILIA. Vuelvo al hogar y mi consuelo una vez más son las hermosas sonrisas de mis peques, sus abrazos y sus locuras. Pero a la vez pienso: ¿qué futuro les depara?; ¿a qué cosa rara se van a enfrentar si el poco respeto se respira en todo el aire?; ¿Qué valores les puedo inculcar si el medio al que se apunta está contaminado de corrupción y el que no es garca no crece? ¿Qué futuro nos espera ARGENTINOS?
Saludos, Pablo M. Quiavetta.