Gladys Arancibia, de 54 años, está internada en el Hospital Lagomaggiore en espera de un nuevo cardiodesfibrilador que tiene un valor de 350 mil pesos. Fue pedido en "carácter de urgencia" y tenía que llegar en un plazo menor a 30 días, pero aún sigue esperando.
Como Gladys no tiene obra social, es el Ministerio de Salud Nación, a través del área de Desarrollo Social es el encargado de realizar la compra y enviar el aparato cuando los pacientes de las provincias lo necesitan.
"Mi mamá presenta miocardiopatía de etiología con deterioro de la función ventricular izquierda. En el 2012 fue operada y le implantaron esa tecnología que le permite llevar una vida normal, pero dejó de funcionar. No tenemos obra social y no recibimos ninguna ayuda", comentó Tamara Ligorria, la hija de la mujer, a Diario El Sol.
El aparato además de estimular los latidos del corazón para revertir arritmias potencialmente letales, detecta de manera precoz la insuficiencia cardíaca, esto se logra a través de telemetría, que es el monitoreo de la función cardíaca. Los pacientes deben portar el dispositivo de manera permanente, funciona con una batería, que debe ser sustituido cada 5 o 10 años.