El Gobierno Nacional manifestó su preocupación luego que, días atrás, se conociera la noticia que el submarino nuclear USS Greeneville realizó maniobras en al Atlántico Sur, con la colaboración de unidades británicas estacionadas en las Islas Malvinas.
Descartando el hecho que -aparentemente- la nave no habría entrado a aguas territoriales argentinas, situación casi imposible de detectar o prever, lo más significativo de la presencia del buque de la marina norteamericana fue la manera en que el Comandante de la Fuerza de Submarinos del Atlántico de los EEUU hizo pública la noticia en su cuenta de Twitter, informando que “Un avión del Reino Unido del Territorio Británico Independiente de Ultramar (BIOT) de las Islas Falklands (sic) colaboró recientemente con el USS Greeneville (SSN 772) en el océano abierto del Atlántico Sur, demostrando el alcance global de las fuerzas de ambas naciones.” (Días más tarde el posteo fue eliminado).
No parece casual que dicha comunicación se produzca días después que la Cancillería Argentina imposibilitara el amarre del USCGC “Stone” en el puerto de Buenos Aires, debiendo Washington cancelar la visita a la Argentina del buque de la Guardia Costera de los Estados Unidos dadas las imposibilidades técnicas para que la nave pudiera amarrar en el alternativo puerto de Mar del Plata.
Luego del desacuerdo con la Guardia Costera de EEUU se hace pública la imagen del submarino nuclear USS Greeneville en el Atlántico Sur junto a un texto que deja clara la visión estratégica de una buena parte de los Estados Unidos y sus tropas, que ponderan el “alcance global” de las fuerzas militares tanto de Washington como de Londres así como un claro reconocimiento de las Islas Malvinas como un territorio de ultramar del Reino Unido, en lo que implica una inmediata parcialidad en favor de la posesión británica del archipiélago.
Nuevamente, a la fantasía de un sector de la dirigencia nacional respecto de una única visión posible del mundo a partir de nuestra pequeña política doméstica, se contrapuso un submarino nuclear de la primera potencia mundial que, con apenas tres fotos y algunas líneas en Twitter, demostró quiénes ejercen el poder en las zonas estratégicas del planeta, quiénes son aliados incondicionales en la conservación de esos puntos neurálgicos y, finalmente, que no dudarán en utilizar el instrumento militar en pos de la custodia y preservación de las zonas claves del Atlántico Sur sin importar cuántas palabras y resonantes discursos de repudio pudiera esto despertar en la clase política de nuestra desprotegida y desarmada Nación.
El episodio del USS Greeneville es apenas una nueva luz de alarma sobre una campaña militar y estratégica que ya se encuentra en marcha por el control del Atlántico Sur y en la que los grandes poderes del mundo no dudarán en ejercer todo el poderío bélico frente a las ambiciones sobre la Antártida y la proyección sobre los pasos interoceánicos, en un mundo cada vez más complejo, con nuevos sistemas de alianzas compuestos por actores claves como China y Rusia, de un lado, y los Estados Unidos y la Unión Europea, del otro, disputándose ambos esquemas sendas áreas de influencia en las zonas estratégicas del planeta.
Resta a nuestra Argentina el desafío de abandonar la pequeña política y comenzar a definir una posición frente a la arrolladora maquinaria de las potencias del mundo que, sin importar nuestras pasiones ideológicas, ya han definido el Atlántico Sur como la nueva arena en la que se dirimirán los próximos conflictos militares por el control de una zona clave del mundo, tanto por sus recursos como por su relevancia geopolítica.
Autor: Eric Torrado.