Hace 40 años, la Flota de Mar zarpaba desde Puerto Belgrano con rumbo Sur. Buques, aviones, helicópteros, vehículos anfibios, vehículos de transporte, soldados de las Fuerzas Armadas de carrera y soldados conscriptos. Todos unidos en lo que parecía un gran despliegue de ejercicios. En altamar y bajo condiciones meteorológicas adversas, típicas del otoño en el Mar Argentino, se anoticiaban de la orden superior. Toda la fuerza iría a recuperar las Islas Malvinas.
Si bien el conflicto ya devenía de varios años anteriores, el punto de quiebre fue el 19 de marzo de 1982, cuando 41 trabajadores de la Compañía Georgias del Sur S. A., del empresario argentino Constantino Davidoff, arribaron a Puerto Leith en el Buque A.R.A “Bahía Buen Suceso” y realizaron el izado de la bandera argentina. La noticia llegó rápidamente a la televisión británica y provocó la alteración de la corona.
El 28 de marzo de 1982, el Destructor A.R.A “Santísima Trinidad” zarpó como buque insignia de la Fuerza de Tarea Anfibia 40, conducida por el Contraalmirante Gualter Oscar Allara, con el comandante del Teatro de Operaciones Malvinas, General de División Osvaldo Jorge García.
Su objetivo era nada menos que desembarcar y recuperar las Islas Malvinas, que se hallaban en manos de la corona Británica desde 1833, es decir casi un siglo y medio desde la invasión armada, usurpación, expulsión de habitantes argentinos, posterior ocupación y establecimiento de ciudadanos británicos en nuestras islas.
Durante la navegación rumbo sur se estaba librando la Operación que en su planificación original iba a llamarse “Operación Azul”, pero en medio del fuerte temporal, el entonces Teniente Coronel Mohamed Alí Seineldín, embarcado en el Buque de Desembarco de Tanques A.R.A “Cabo San Antonio”, recordó que cuando ocurrieron las invasiones inglesas al Río de la Plata, el General Liniers había enfrentado inclemencias que cesaron cuando invocó a la Virgen del Rosario. En ese momento, y debido a esa sugerencia, el Contralmirante Büsser, Jefe de la Fuerza de Desembarco, rebautizó la operación como “Operación Rosario”.
La FT40 inició el desplazamiento hacia su objetivo. Los buques iban navegando en formación circular, protegiendo a la nave más valiosa del conjunto, el Buque de Desembarco de Tanques A.R.A “Cabo San Antonio”. Esta embarcación de la Armada Argentina llevaba en sus cubiertas interiores al Batallón de Infantería de Marina N°2 (BIM2), alrededor de 750 hombres, VAOS (Vehículos Anfibios a Oruga), VAR (Vehículos Anfibios a Rueda), otros 30 vehículos de la Infantería de Marina y parte del RI25 (Regimiento de Infantería 25) del Ejército Argentino.
La Fuerza de Tarea continuaba su despliegue y entre el BDT A.R.A “Cabo San Antonio” y el Rompehielos A.R.A “Almirante Irizar”, comenzaron los intercambios de planes y la cartografía necesarios para ejecutar la misión. Estos intercambios se hacían por medio de helicópteros.
Luego de las reuniones de coordinación, se determinó que el día D iba a ser en 2 de abril. En las últimas horas del día 1 de abril, las tropas de las Fuerzas Especiales argentinas desembarcaron en embarcaciones menores para ir haciendo el rompimiento de la resistencia y tomar los objetivos vitales de la operación: La casa del gobernador y el cuartel de los Royal Marines. Estas acciones deberían ser certeras y no deberían ocasionar bajas al enemigo. Esto se debería respetar y cumplir, aun a costa de sufrir bajas propias.
Así fue ejecutada y la recuperación de la soberanía nacional en los archipiélagos de esta parte del Atlántico Sur, volvían a estar bajo jurisdicción argentina. En la brillante ejecución de la “Operación Rosario”, falleció el Capitán Pedro Edgardo Giachino. También fueron heridos el Teniente Diego García Quiroga y el Cabo Segundo Ernesto Urbina. Luego de la rendición del gobernador Rex Hunt, las tropas argentinas desembarcaron y tomaron posición de defensa.