En el marco de la celebración del Mes de las Infancias, la licenciada en nutrición Jaqueline Schuldberg (MN 1.170) señaló algunos obstáculos en el camino a una alimentación saludable para los más pequeños de la familia.
Según Schuldberg un obstáculo en la adopción de una alimentación saludable en los niños puede ser, en algunos casos, la neofobia: el rechazo de nuevos sabores.
"Todos los niños pasan por un periodo de neofobia durante la infancia y el pico se da entre los 3 a 5 años. Es parte del proceso de descubrimiento de sabores, colores, temperaturas y texturas de los alimentos. Lo importante es ofrecer el mismo alimento en distintas presentaciones o preparaciones, por lo menos entre 10 a 15 veces", y si después de esto "el niño sigue rechazando el alimento, se puede declarar que no le gusta", definió.
A la vez, la nutricionista subrayó también como "importante que el adulto no deje de ofrecer alimentos nuevos, porque los niños cambian de gustos en periodos muy cortos, o de un día para el otro. En este proceso invitar a los chicos a participar de la preparación de los alimentos es una manera divertida de acercarlos a un nuevo mundo de sensaciones y sabores".
En sintonía con lo que dice Schuldberg, la médica patóloga Victoria Cavoti (M.N. 111.677) -también cocinera- aclara que no todos los niños transitan la neofobia, pero "es importante como adultos responsables no obligar a comer ni esconder eso que no les gusta en una receta".
"Si nosotros escondemos, por ejemplo, el brócoli -agrega-, no vamos a lograr que ese niño sea consciente y pueda descubrir si le gusta el brócoli solo o si lo prefiere con alguna salsa, como puede ser la crema o un un aderezo liviano a base de yogur natural, por caso. Presentar un alimento que sabemos que es nutritivo en pestos, gratinados al horno, croquetas, muffins salados, sopas o licuados y helados en caso de frutas es de gran utilidad".
De igual manera, "otro recurso interesante que he enseñado en talleres de cocina para padres y niños es dibujar los alimentos y ver sus colores. La gran mayoría de los alimentos que rechaza el niño son verduras; al dibujarlas, describirlas y ver los colores podemos descubrir juntos que vienen de la naturaleza, que surgen de una semilla, que personas han trabajado en el campo para obtener ese alimento y por qué no hacer una germinación y ver el crecimiento de una semilla", alienta la especialista.
Otra opción sería utilizar sus alimentos favoritos como “carriers” o transportadores de aquellos que cuestan más que el niño acepte.
Por ejemplo, si no le gusta la manzana, se pude comenzar haciendo un batido de manzana y yogur, luego manzana rallada y/o en daditos con su yogur o postre preferido. "Si no le encanta la espinaca, pero el puré de papa es su preferido, empecemos mezclando parte de la espinaca con el puré", sugiere Cavoti.
Otra dificultad en la adopción de hábitos saludables, especialmente en tiempos de cuarentena, radica en la organización familiar, advierte la licenciada Schuldberg.
"En el comienzo, hubo un desorden en horarios, preparaciones, asemejándose a unos días de vacaciones, donde la planificación y el equilibrio en la alimentación no existieron. Al extenderse el aislamiento, las familias, comenzaron a ver que era necesario balancear las ingestas", observa.
"Al poder planificar, y aprovechar estar en casa, muchos niños se involucraron en las comidas y comenzaron innovar en la cocina; muchos conocieron alimentos nuevos y pudieron ver su transformación en una preparación", por lo que "involucrar a los niños con recetas para su edad, es una manera de sortear dificultades vinculadas a la alimentación", subraya la especialista en nutrición infantil.