En la República Argentina desarrollan actividades académicas y de investigación 118 Facultades, Departamentos y Escuelas de Ingeniería en las que se dicta más de 1.500 carreras ofreciendo alrededor de cincuenta especialidades diferentes. Dependen de Institutos y Universidades Nacionales y están vinculadas entre sí a través del Consejo Federal de Decanos de Ingeniería (CONFEDI), institución que acredita más de treinta años de actividades vinculadas con la disciplina.
Durante el mes de febrero pasado, en base a la inusitada movilidad del virus SARS-CoV2 en el hemisferio Norte y a la imposibilidad de frenar los contagios, varios Decanos de Facultades de Ingeniería comenzamos a considerar la posibilidad de que las autoridades nacionales dispusieran en breve un aislamiento en todo el país, como medida preventiva, siguiendo los pasos indicados por la Organización Mundial de la Salud y adoptados por China en la zona de circulación comunitaria y por algunos países de Europa.
En este sentido, las Universidades se reservan autonomía en las decisiones, dentro del marco de la legislación nacional vigente, con relación a los aspectos académicos. Más aun, los Estatutos Universitarios otorgan a las Facultades, Escuelas o Departamentos, la potestad de establecer el cronograma para cumplir los objetivos del ciclo lectivo y modificar los regímenes de estudio.
El análisis preliminar de la situación de las Facultades de Ingeniería del país indicaba que disponíamos de un plantel docente que desde hace quince años está involucrado en mayor o menor medida con aspectos vinculados a la innovación en la metodología del aprendizaje, incluido el uso de las tecnologías de comunicación educativa mediada por entornos virtuales y utilizadas como complemento de la enseñanza presencial. Asimismo, el alumnado que opta por carreras tales como las que se dicta en Facultades de Ingeniería presenta una inclinación marcada por la ciencia y la tecnología.
Por otra parte, muchas de las competencias de egreso los estudiantes de Ingeniería las adquieren realizando formación práctica en laboratorios, empresas o en el campo, punto que quedaba fuera de lo posible en el marco de una cuarentena.
En unos pocos días fueron dictadas varias normas nacionales que adquirieron un alcance mucho mayor que el de una medida sanitaria transitoria. Cambiaron la manera de enseñar y aprender durante el presente año y tal vez por los siguientes.
El martes 3 de marzo fue el día en que el Ministerio de Salud de la Nación anunció el primer caso de coronavirus en el país. El 6 de marzo, por Resolución Nº 82/2020, el Ministro de Educación de la Nación ratificó el desarrollo de las actividades escolares y académicas según los calendarios establecidos, es decir la presencialidad completa.
Ese mismo día, por Resolución Nº 178/2020 el Ministerio de Trabajo concedió licencia excepcional a todas aquellas personas trabajadoras del sector público o privado en relación de dependencia que hayan ingresado al país desde el exterior para que permanezcan aislados voluntariamente en sus hogares.
El Ministro de Educación dispuso por resolución 104/2020 del 14 de marzo recomendar a las universidades, institutos universitarios y de educación superior de todas las jurisdicciones que adecuen las condiciones en que se desarrolla la actividad académica presencial y solicita que se adopte las medidas necesarias procurando garantizar el desarrollo del calendario académico, los contenidos mínimos de las asignaturas y su calidad, abriendo la posibilidad de implementar transitoriamente modalidades de enseñanza a través de los campus virtuales, medios de comunicación o cualquier otro entorno digital de que dispongan.
La noche siguiente, el domingo 15 de marzo, el Presidente de la Nación comunicó a través de una conferencia de prensa la decisión de suspender las actividades áulicas presenciales en todos los niveles a partir del 16 de marzo. Finalmente, el 19 de marzo se dispone el Aislamiento Social Preventivo a partir del 20 de marzo, emitiendo el Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 297/2020 que aún está vigente para un importante número de distritos del país.
Así dadas las circunstancias, correspondía a cada Facultad del país tomar las decisiones necesarias para iniciar o no el dictado de las asignaturas, en nuestro caso previsto para 16 de marzo, prescindiendo completamente de las instancias presenciales.
Como era de esperar la amplia mayoría de la Comunidad Universitaria de Ingeniería, tanto en Jujuy como en casi todo el resto del país, se sumó desde el primer día al desafío de sostener las cursadas.
Se presentaron inconvenientes. La falta de práctica tanto de docentes como de alumnos en el contexto educativo exclusivamente virtual fue uno de ellos. Sin embargo, quedó demostrado que tanto los alumnos como los docentes de estas carreras contamos con las competencias necesarias para aprender a ser profesores y estudiantes de este siglo.
Los déficits tecnológicos también generan dificultades. Sin embargo, en el caso de los miembros de nuestra Facultad, el número de alumnos que informaron a nuestra consulta sobre la disposición de conectividad o de dispositivos para seguir las cursadas no llegó al 2% del total. A estos jóvenes se les ofrecerá prioritariamente el espacio físico que se pueda habilitar en los próximos meses para cursar asignaturas pendientes. El 98 % de los estudiantes tuvo la posibilidad real de cursar las materias.
Las actividades imprescindiblemente presenciales se han pospuesto para el momento en que las condiciones sanitarias lo permitan, pero sin interferir con el avance regular de los alumnos en sus respectivas carreras.
La realización o no de evaluaciones a distancia generó un profundo debate entre los docentes. Por ejemplo, la posibilidad de copia de resoluciones por parte de los alumnos y la imposibilidad de verificar la identidad del evaluado, entre otras cuestiones, fueron considerados como aspectos negativos. En realidad, el fondo del problema en este caso pasaba por el diseño de la evaluación.
Es razonable que por nuestra formación como profesores interpretemos que la virtualidad es una adaptación de la presencialidad a un entorno diferente. No es necesariamente así. Un examen virtual requiere un diseño especial, un ámbito especial y una comprensión profunda del objetivo de una examinación de aprendizajes.
La prolongación del aislamiento definió la cuestión y la mayoría de los profesores de las Facultades de Ingeniería aceptamos el desafío y lo superamos, implementando no sólo evaluaciones parciales virtuales sino también turnos completos de exámenes finales a distancia, que se desarrollaron de manera razonablemente positiva.
Como conclusión, llegamos al fin del primer cuatrimestre 2020 y comenzamos el segundo con una doble satisfacción: primero, la de haber estado a la altura de las circunstancias y de poder mostrarnos como ejemplo de compromiso social y cívico frente a nuestras alumnas y alumnos, lo que también es un aporte en su formación integral; segundo, nuestra experiencia sirvió de modelo para que las autoridades de las otras tres Facultades puedan actualmente ofrecerle a todos los alumnos de la UNJu la posibilidad de aprovechar este tiempo de crisis estudiando y aprendiendo.
Hay mucho para mejorar y avanzar. Durante el mes de agosto lanzamos una capacitación de posgrado gratuita para el cuerpo académico de nuestra Facultad con el objeto de profundizar el manejo de emergentes tecnológicos.
Y en términos de avanzar, ofrecemos a todos los chicos que estén finalizando su nivel secundario una formación preparatoria para el ingreso, en modo virtual, que nos parece que en las actuales condiciones, será de una gran ayuda para ellos y sus familias si la decisión es proseguir estudios universitarios.
(*) Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu).