Constelaciones familiares: qué son, para qué sirven y lo que hay que saber antes de participar

Lo que nos pasa aquí y ahora puede estar relacionado con el ayer de las personas que nos precedieron. ¿Cómo cortar con la “lealtad inconsciente” y escribir nuestra propia historia?

Constelaciones familiares: qué son, para qué sirven y lo que hay que saber antes de participar
Constelaciones familiares: qué son, para qué sirven y todo lo que hay que saber

¿Por qué sufrimos lo que sufrimos? ¿Qué nos traba, nos empantana? ¿Hay una explicación en el pasado sobre lo que nos pasa hoy? Las constelaciones familiares buscan darle respuesta a esos interrogantes y abrirle las puertas a la sanación. Pretende cortar con esa “lealtad inconsciente” a lo que fuimos y que cada quien comience a escribir su vida en una página en blanco.

La serie turca de Netflix “Mi otra yo” abordó la temática al detalle y llevó al espectador a adentrarse en un submundo en el que todo lo que nos pasa -y lo que no- tiene una explicación ancestral. Puede que paguemos culpas de otros, que lloremos tristezas ajenas o tengamos dolores que no son nuestros, tal como dice el libro de Mark Wolynn, referido a este tema.

Vía País dialogó con Mónica Pérez Aguera, titular del Centro de Formación “Respira amor en orden” y facilitadora en constelaciones familiares (Instagram: @monica_perez_constelaciones), para establecer una guía práctica que todos deberían conocer antes de ingresar en este fantástico universo, que de fantástico no tiene nada.

Guía práctica sobre constelaciones familiares

  • ¿Cómo son los talleres de constelaciones familiares?

Usualmente se hacen en grupos de desconocidos, que pueden ser numerosos, de 15 a 25 personas. Cada persona puede contarle o no a la facilitadora -persona que orienta la sesión- qué va a constelar, qué es lo que quiere solucionar: su relación con el dinero, con las parejas, con sus padres, su estancamiento laboral y todo aquello que se presente como un problema para el consultante.

“Nosotros hablamos de inconsciente colectivo, de lo que traemos desde las familias, las lealtades inconscientes y todo lo que nos van enseñando los valores familiares”, eso es lo que, según Mónica, marca el ritmo de la vida que llevamos hoy.

  • ¿Qué pasa en los talleres?

Cada quien va a elegir entre sus compañeros de grupo distintos representantes: alguien lo representará a él y otra persona, al conflicto. El facilitador solicitará que elija más “actores” si fuera necesario.

De ahí en adelante lo que sucede no tiene una explicación científica y hay quienes pueden tomarlo como algo mágico. “Bert Hellinger, teólogo y espiritualista alemán creador de esta dinámica, hablaba de ‘fenomenología’. Hay una fuerza mayor, algo sucede que le indica a quiénes están representando que hagan o sientan cosas: que se paren, que lloren, que se muevan... Algo los impulsa”, explica la facilitadora.

La escena que se genere le permitirá a la facilitadora, que estudió para esto, atar cabos e ir construyendo una historia, no sin preguntarle al consultante sobre lo que ve: qué de eso le resulta conocido y qué pudo haber pasado en su familia que tenga relación con lo que se representa. Una vez deshecho el nudo, la facilitadora tendrá en sus manos las palabras que guíen al protagonista.

  • ¿Cada cuánto hay que constelar?

Mónica explica que “no es una terapia”, por lo que no hay que hacer un seguimiento. Sin embargo, si alguien quiere volver, debe dejar pasar 21 días, pero no se puede constelar el mismo tema o problema. “Lo mejor es esperar de 4 a 6 meses. Yo lo que recomiendo, desde mi experiencia y por lo que yo veo en el campo, es que no se debería constelar más de cuatro veces al año”, recomienda.

A partir de las constelaciones se generan “movimientos”, se empiezan a ordenar ciertos aspectos que permiten cerrar círculos y avanzar. Según la facilitadora generar varios movimientos de estos seguidos podría ser más perjudicial que beneficioso.

  • ¿Se puede hablar sobre las constelaciones que se hagan?

“Yo recomiendo no hablar, aunque son pocas las personas que no lo hacen por salen tan fascinadas que lo que quieren es contar la experiencia. Entonces, en tal caso hay que saber a quién se lo cuenta. El otro va a dar su opinión, su mirada desde su historia, de dónde está parado y de su realidad. Esa mirada no tiene que ver con lo que vos viviste, con lo que viste y con lo que sentiste en ese momento”, explica.

Es fundamental considerar el poder o la influencia que tiene la persona a la que se le cuenta la vivencia para que su potencial opinión no condicione o afecte los “movimientos”.

  • ¿Se puede ir a constelar con un familiar?

Sí, se puede. No obstante, Mónica advierte de dos situaciones: por un lado, suele suceder que los hijos observen a sus madres/padres como pidiendo aprobación a la hora de responder las preguntas de la facilitadora. Por otra parte, sostiene que cuando las madres y padres constelan, ella prefiere que no estén presentes los hijos. ¿La explicación?: “Los hijos no deben saber los secretos de los padres, no deben cargar con su peso”.

  • Si no creo, ¿puedo constelar igual?

Para Mónica estas “son las personas que más respuestas se llevan”. “Los que vienen más entusiasmados suelen llegar con una idea más ‘mágica’, como de niños. El trabajo es ponerlos en un lugar de adultos, que entiendan lo que está pasando y sean responsables”, explica.

  • ¿Quiénes no pueden constelar?

“Personas que estén en duelo, aquellos que estén pasando un momento de depresión importante o enfermedades latentes, y embarazadas”. Mónica explica que hoy existen corrientes de constelaciones que, por ejemplo, hacen “bienvenidas” para los bebés, pero ella sigue una línea más preservada que intenta no “activar” un escenario desfavorable con los “movimientos”.