El acusado, Francisco R. G., declaró ante el magistrado Martin Brites que actuó en defensa propia tras ser agredido por Armoa. Según Francisco, fue invitado por un vecino, conocido como Silvio, a tomar tereré junto a su novia. Al llegar, Armoa lo increpó verbalmente sobre su situación económica. Francisco aseguró que ignoró los comentarios, pero Armoa lo golpeó en la nariz, provocándole sangrado.
Francisco relató que, tras el golpe, preguntó a Armoa si estaba alcoholizado. Esto desencadenó una persecución alrededor de la mesa del patio. En su declaración, Francisco dijo que Armoa sacó un cuchillo, por lo que él, en defensa propia, tomó una azada para intentar desarmarlo. Sin embargo, el golpe terminó lesionando gravemente la cabeza de Armoa.
El joven afirmó que, después de este incidente, Armoa lo persiguió nuevamente con el cuchillo. Francisco encontró un hierro utilizado para limpiar barro de los zapatos y, en un intento de defenderse, lo arrojó hacia Armoa, causándole una lesión en el cuello.
Francisco también mencionó haber recibido amenazas de los hijos de Armoa, lo que lo llevó a huir a Paraguay por temor, utilizando una canoa por un camino clandestino. Al día siguiente, decidió regresar, momento en el cual fue detenido por la policía. El acusado justificó su huida no como un intento de escapar de la justicia, sino por miedo a las amenazas de los hijos de Armoa.
Francisco R. G. permanece detenido y a disposición de la justicia, mientras la imputación podría cambiar dependiendo de la evolución del estado de salud de Armoa, quien sigue hospitalizado con riesgo de muerte.
