El secretario de Política Económica del Gobierno nacional, Gabriel Rúbinstein, afirmó hoy que no es posible corregir de un momento a otro el desorden cambiario que hay en el país y señaló que el “norte” para la Argentina debería ser lograr un tipo de cambio único en tres años.
El funcionario nacional publicó este jueves una serie de mensajes en la red social Twitter, después de que el miércoles acompañara al ministro de Economía, Sergio Massa, a presentar el proyecto de Presupuesto 2023 en la Cámara de Diputados.
En la presentación, Rúbinstein explicó las razones por las que la proyección de 60% de inflación para 2023 “sería realista”, después de que el 2022 terminará con un Índice de Precios al Consumidor corriendo por encima del 90%.
Según Rúbinstein, el impulso monetario de origen fiscal previsto para 2023 sería compatible con una inflación del 40% anual (3% mensual). Por ello, el dato final del próximo año podría estar incluso por debajo del 60%, de acuerdo con la visión del funcionario.
Para intentar confluir a esas proyecciones, dijo Rúbinestein, desde el Gobierno actuarán “para mejorar el sistema cambiario, cuyo desorden facilitó suba de márgenes brutos empresariales exageradamente, y sobre los factores de inercia”.
“Atacando inercia inflacionaria y procurando una razonable caída de márgenes empresariales, podremos lograr que la inflación real se acerque a la “teórica” (del 40%, dada por el impulso monetario de origen fiscal)”, comentó el funcionario.
En ese sentido, consideró que si el Congreso mejorase el Presupuesto eliminando el déficit fiscal primario a través de la separata que suprime regímenes impositivos especiales, esto brindaría una gran herramienta para que se pueda volver a obtener “una inflación normal, del orden 10% anual, en menos tiempo de lo que casi todos creen”.
Rúbinstein dijo que el exceso de demanda agregada que provoca el déficit fiscal seguirá impulsando una alta inflación. Por eso, actuando sobre la inercia y sobre márgenes (bajando brecha cambiaria, acuerdos y otras acciones), se podría pasar inicialmente de un IPC del 90% a uno del 60%. “Es sólo un primer paso”, afirmó el funcionario.
“Hasta que no logremos la unificación cambiaria, habrá cierto desorden y márgenes empresariales más altos que los normales. Pero unificar el mercado de cambios, sin robusto superávit fiscal primario, y casi sin reservas, luce demasiado riesgoso. El norte (¿3 años?) debería ser ese”, dijo.
En esa línea, el funcionario afirmó que lo antes que podamos deberíamos volver a la macro del 2003-2005, es decir, a un superávit primario del 3% del PIB; con un superávit externo (cuenta corriente del 2% PIB); dólar único; inflación del 5% anual (sin controles de precios). Tasa de Leliq 6% anual. Y 40.000 millones de dólares de reservas netas.
“La culpa del desorden cambiario, las altísimas brechas, la obligación a financiarse a 180 días para importar, cupos, etcétera, etcétera, no la tienen las empresas. Aunque haya abusos normativos y corrupción. Es nuestra responsabilidad (gobierno) que todo esto mejore. En eso estamos”, completó Rúbinstein.