Un verdadero tesoro del automovilismo mundial tiene nuevo hogar en la Argentina. Se trata del Toleman TG184, el monoplaza con el que Ayrton Senna debutó en la Fórmula 1 en 1984, y que ahora pertenece a un fanático argentino que, aunque prefirió mantener su identidad en reserva, logró una hazaña digna de admiración: restaurar completamente esta joya mecánica con manos y tecnología locales.
El vehículo, de enorme valor histórico y simbólico, fue el mismo que llevó al joven Senna a destacarse en sus primeras carreras dentro de la máxima categoría del automovilismo. En particular, el TG184 Chasis 5 —la versión final de aquella temporada— participó en el Gran Premio de Portugal, cerrando un año que marcaría el inicio de una leyenda.
Aunque muchos recuerdan la actuación épica del piloto brasileño bajo la lluvia en el Gran Premio de Mónaco —donde terminó segundo con el Chasis 3—, el Chasis 5 representa una evolución técnica clave en la carrera del astro paulista, que pronto se convertiría en ídolo mundial.
El viaje del Toleman hasta Argentina
La historia del TG184 en suelo argentino comienza en 1994. Luego de la trágica muerte de Senna el 1° de mayo de ese año, el coleccionista decidió adquirir el auto al día siguiente, el 2 de mayo, en un local especializado de Miami. Así lo consignó el portal especializado Motor1.com, revelando el impacto emocional que tuvo el fallecimiento del piloto en su decisión.
El monoplaza llegó a Buenos Aires, pero su motor no funcionaba. Durante más de 30 años permaneció guardado en los talleres Zackspeed, un espacio reconocido por su experiencia en restauración de Mercedes-Benz clásicos y motores Cosworth, ubicado en la Ciudad de Buenos Aires.
Una restauración artesanal y 100% nacional
Sin acceso a repuestos originales y enfrentando múltiples desafíos técnicos, el equipo argentino asumió la difícil tarea de devolverle la vida al Toleman. Fabricaron artesanalmente cada componente, incluso un nuevo sistema eléctrico, con un solo objetivo: reactivar el motor Hart 415T turbo, un cuatro cilindros capaz de generar hasta 600 caballos de fuerza.
El resultado fue exitoso. Hoy, el TG184 no solo arranca, sino que vuelve a rugir como en sus días de gloria. Más que una pieza de colección, representa la conjunción de pasión, conocimiento y perseverancia.
