Luis “El Mosquito” Lazarte fue campeón mundial de boxeo, protagonizó combates memorables y llenó estadios. Hoy, lejos de los flashes y las cámaras, recorre las calles de Mar del Plata como barrendero. Su historia es tan impactante como inspiradora: de la cima del deporte a una vida sencilla, marcada por el esfuerzo y la dignidad.
De campeón mundial a trabajador municipal
En mayo de 2010, a los 39 años, Luis Lazarte logró lo que parecía imposible: se consagró campeón mundial minimosca de la FIB (Federación Internacional de Boxeo) tras vencer al colombiano Carlos Tamara. Lo hizo en el Polideportivo Islas Malvinas, en su ciudad natal, Mar del Plata, ante una multitud que celebró su coronación.

Ese título fue el broche de oro a una carrera intensa, muchas veces polémica, pero innegablemente perseverante. Lazarte había comenzado a boxear profesionalmente en 1996 y, con un estilo aguerrido y un carácter explosivo, se hizo conocido en el ambiente como un rival duro, incómodo y resiliente.
El escándalo que lo alejó del ring
Sin embargo, su trayectoria también estuvo marcada por la controversia. En 2012 protagonizó uno de los episodios más caóticos del boxeo argentino. Durante una pelea contra el filipino Johnriel Casimero, Lazarte incurrió en múltiples infracciones y terminó perdiendo por nocaut técnico. La situación se descontroló cuando fanáticos invadieron el ring y agredieron al equipo rival y a los árbitros.
Como consecuencia, la FIB le impuso una suspensión de por vida, y su nombre quedó manchado por aquel escándalo que recorrió medios internacionales. Aunque más tarde participó en eventos locales, su carrera profesional había terminado.
Su presente: dignidad, trabajo y ejemplo
Lejos de renegar de su presente, Luis Lazarte hoy trabaja como barrendero en el servicio de limpieza urbana de Mar del Plata. En declaraciones a Infobae, expresó: “Nunca me dio vergüenza barrer, vergüenza es robar. Yo estoy tranquilo con mi trabajo”.

Cada mañana, con su uniforme y escoba, camina las calles que alguna vez lo vieron campeón. Lo hace con orgullo, con la misma entrega que mostraba en el ring. Su testimonio es un ejemplo de resiliencia y humildad, en un país donde los ídolos deportivos suelen desaparecer tras el retiro.
Un mensaje de vida
Luis Lazarte demuestra que la gloria deportiva no garantiza un futuro cómodo, pero también que la verdadera grandeza está en cómo se enfrenta la adversidad. A pesar de los golpes dentro y fuera del cuadrilátero, el excampeón mundial eligió seguir de pie, con trabajo honesto y un mensaje que conmueve: “No me arrepiento de nada. Sigo luchando, como siempre”.