Finalmente Agustín Destribats hizo su debut en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y cayó derrotado ante el húngaro Iszmail Muszukajev, quien es el cuarto favorito del torneo. El cordobés tuvo un buen cierre del primer combate ya que estaba cayendo 7-0 y logró remontar hasta terminar 9-6.
Agustín tenía posibilidades de luchar por el bronce olímpico, pero debía esperar que el rival que lo venció llegara a la final del torneo. Finalmente eso no ocurrió y el cordobés se quedó sin chances de medallas ya que en el combate siguiente, el húngaro perdió ante el japonés Takuto Otoguro por 4-1.
El duro y sacrificado camino de Agustín Destribats hasta Tokio 2020
Por fin llegó el día, después de tanta espera dirá presente en su primer Juego Olímpico cuando a partir de las 23.30 espere su turno para luchar contra el húngaro Iszmail Muszukajev. El cordobés nacido en barrio Estación Ferreyra hace 23 años puso a la lucha argentina en un Juego Olímpico después de 25 años.
//Mirá también: “Vicky” Bardach y una dura reflexión tras los Juegos Olímpicos: “Las condiciones en las que entrenamos son nefastas”
El camino para llegar a Tokio no fue nada fácil y no por los vuelos, sino por el recorrido que tuvo que hacer en su vida. Incluso la histórica clasificación que logró en marzo de 2020, en el Panamericano de Ottawa (Canadá) casi que no llega a competirla. Es que previo al torneo los médicos le recomendaron dejar de luchar por una hernia cervical y dorsal que tenía. “No les hice caso, yo quería llegar al Panamericano. Estaba en Bulgaria, fui a entrenar fuerte y otra vez empezó el dolor, era intenso, no me dejaba dormir, no podía hacer fuerza con el brazo. Me puse muy mal, llamé a mi entrenador que me quería volver a Córdoba y me dijeron que aguantara. Fui a los Panamericanos y quedé quinto sin entrenar. Un médico me dijo que existía una solución. Fui al Mundial U-23 en octubre y tampoco me fue bien”, rememoró Destribats
En todo este tiempo, donde también tuvo una lesión en la rodilla, su única motivación era lograr la clasificación a Tokio. Pero había más: “Antes de competir, estaba en Estados Unidos y me agarró un tremendo dolor de muela. Todas esas semanas sin entrenar me ponían mal. Ahí viajamos a Canadá, luché el Panamericano y en semifinal perdí y me agarró dolor en la otra rodilla. No quería luchar por el bronce, pero me presenté y en un minuto y medio gané”.
Los días siguientes, previos al clasificatorio olímpico, fueron muy pasivos para Agustín, solamente trotaba y tomaba remedios para soportar el dolor. “El día que tenía que competir me quedé dormido para el pesaje. Me levanté como pude, agarré la mochila, me pesé y otra vez me volví a dormir porque estaba muy mal. Ahí yo por un lado me decía ‘listo Agus, serán los próximos Juegos’ y por el otro era ‘después de tanto esfuerzo no podés aflojar’”, comentó.
Así fue que en un calentamiento previo a la competencia decidió dejar de entrenar por los dolores que tenía. “Cuando subí al colchón dije ‘no podés aflojar’ y gané. Como estaba caliente el cuerpo aproveché y seguí moviéndome, si me enfriaba no iba a poder seguir. Estaban todos sentados y yo estaba solo trotando y dando vueltas, me fui a comer solamente. Todos querían tranquilizarme, pensaban que estaba nervioso y no podía parar de moverme”, agregó entre risas.
En ese torneo finalmente derrotó al estadounidense Allen Retherford en categoría hasta 65 kilos y consiguió en ansiado pasaje a Tokio. “No lo podía creer, fue un muy mal día esos días que decís ‘hoy no es’”, enfatizó.
//Mirá también: Emocionante: la cordobesa Romina Biagioli completó su debut en los Juegos Olímpicos pese al dolor por una fractura
Pero Agustín estaba acostumbrado a pasar por momentos difíciles y sobreponerse desde muy chico, incluso cuando una vez quiso dejar lucha. Ahí apareció una figura más que importante en todo este proceso, su entrenador Leonardo Torres.
“Tuve muchos momentos difíciles más que todos en la infancia, muchos problemas familiares pero siempre que iba a lucha me olvidaba de todos los problemas. Disfrutaba el momento, fue un escape”, recordó Destribats.
Y comentó: “Una vez tuve un problema familiar y no quería seguir haciendo lucha. Mi mamá me dijo que vaya a hablar con Leo, le dije que no quería hacer más lucha y me dijo que aceptaba mi decisión pero me pidió que entrene ese día. Me acuerdo que fui, la pasé bien, me reí y salí tan contento que dije voy a seguir luchando. Leo es una persona que siempre estuvo a mi lado, me acompaño, me motivó a seguir y cree más en mi que yo”.
Desde muy chico ingresó en este mundo de la lucha y son muchos los sacrificios que tuvo que hacer: “Yo soy muy tranquilo. Como todo niño jugaba con mis amigos del barrio. A los 10 años empecé lucha y como a los 12 o 13 empecé el alto rendimiento de esa edad. Entrenaba todos los días, a veces doble turno, entrenaba los domingos. De chiquito mi vida cambió. Toda la secundaria me la pasaba entrenando. Muchas fiestas de 15 y salidas no las hice por el hecho de tener que entrenar o una competencia. Desde muy chiquito vengo sacrificándome por la lucha”.
Vivir en Rusia alejado de la familia
Agustín Destribats desde 2018 pasa la mayor parte del año en Majachkalá (capital de Daguestán), es prácticamente la cuna de la lucha con una gran cantidad de medallistas olímpicos en la disciplina.
Para dimensionar la importancia que tiene el cordobés lo describe: “En la última Copa del Mundo que quedé bronce, de las 10 categorías de libre ganaron ocho porque los otros dos tuvieron que abandonar por lesión. De los 10, 9 son del lugar donde yo entreno. El deporte es muy conocido. Cada dos cuadras tenés una sala de lucha y por sala debe haber 150 personas por hora de entrenamiento. Eso te hace subir el nivel un montón”.
Si bien desde 2018 está en esta ciudad, los años anteriores también estuvo alejado de su familia y sobre todo de su hijo de tres años.
“Estoy todo el año afuera, voy muy poco. El año pasado por la pandemia estuve siete meses. Desde el 2017 vengo viajando mucho, juntando todas las semanas en Córdoba debo haber estado dos meses”, grafica.
Y se explaya: “Es muy complicado, extraño mucho a mi hijo. Es la parte más difícil de todo esto. Pero si estoy pensando en mi hijo, en extrañar quizás no aprovecho los entrenamientos y trato de estar concentrado. Después de los siete meses en pandemia que estuve con él y mi novia fue muy complicado. Fueron siete meses viviendo con ellos y los extrañaba muchísimo. Él extraña mucho y quiere que vuelva, le gusta lucha. Es chiquito, tiene tres años pero entiende todo”.
Pero principalmente eso es lo que mantiene el fuego encendido en su interior y lo que lo motiva cada vez que se sube al colchón. Como él mismo se decía en los momentos complicados antes de luchar lesionado: “ya llegaste hasta acá Agus, dejaste a tu familia, entrenaste, te sacrificaste, a darlo todo”. Es el momento de Agustín Destribats y el momento de seguir luchando.