En el siglo XVII, una reconocida plaza de Córdoba era epicentro de diversas actividades vinculadas comercio y el entretenimiento. El espacio, dominado por una tierra seca y polvo, se transformaba en un improvisado redondel para las corridas de toros, una herencia de la tradición española.
Se trata de la Plaza Mayor, hoy conocida como Plaza San Martín. Su función principal era la de mercado, donde se vendían carnes, frutas y verduras, y servía también como punto de llegada y partida de las carretas que conectaban la ciudad con el exterior.
CORRIDAS DE TOROS EN UNA RECONOCIDA PLAZA DE CÓRDOBA
Las corridas de toros no eran un mero entretenimiento, sino un evento social que congregaba a toda la ciudad. Desde las autoridades del Cabildo hasta los vecinos, todos se reunían para presenciar el espectáculo. La plaza se convertía en un microcosmos de la sociedad colonial, donde las diferencias sociales se diluían ante la fascinación por la bravura del toro y la destreza del torero.
Esta actividad reflejaba la influencia de la cultura española en la vida cotidiana de la ciudad, y se había arraigado con fuerza en la sociedad colonial. Las crónicas de la época describen la plaza como un “cuadrado de tierra seca”, ideal para las corridas.
La transformación de la Plaza Mayor en un espacio de esparcimiento y la construcción de la Catedral y el Cabildo fueron desplazando las corridas de toros hacia otros lugares. A mediados del siglo XIX, el lugar comenzó su metamorfosis hacia la Plaza San Martín actual. La forestación, la instalación de fuentes de mármol y la construcción del monumento a San Martín cambiaron la fisonomía del lugar.