Pasada la emoción inicial del recibimiento a Ricardo Zielinski, parecía claro que los hinchas y los jugadores de Belgrano tenían en claro que, una vez iniciado, había que dar vuelta la página y ganar el partido. Desde el campo de juego, el equipo local apretó a los visitantes e intentó llegar manejando la pelota.
En una pelota al área, lo camisetearon a Matías Suárez y el árbitro cobró penal que Leo Sequeira, con suspenso, cambió por gol cuando iban jugados 11 minutos. El 1-0 hizo estallar al Gigante que veía que la tarde se encaminaba a una victoria.
Pero, a medida que fueron pasando los minutos, el orden de Atlético Tucumán, sin desesperarse, emparejó el partido. Y aprovechó la primera que tuvo, a los 31, con la vieja fórmula de que dos cabezazos en el área son gol y, a los 31, empató el partido con Bruno Bianchi luego de que Toledo le bajara la pelota a un tiro libre de Aliendro.
A partir del empate, se paró mejor el equipo visitante. Manejó los tiempos de los ataques y Belgrano se quedó sin recursos para la recuperación y de ahí volver a generar algo de fútbol para ponerse en ventaja.
Con mucho oficio, Atlético cerró mejor la etapa y pudo aumentar el marcador en la última jugada antes de irse al descanso.
En el complemento, con más empuje que fútbol, Belgrano intentó meter a Atlético contra su arco. Pero el equipo rival le puso más fútbol que empuje y, a los 12, metió el 2-1 con un golazo que lo terminó Díaz luego de una jugada en equipo digna de aplaudir.
El Celeste sintió el impacto. Luego del segundo de los tucumanos, se quedaron sin las poquitas ideas para buscar el arco de enfrente. Y, a medida que iba pasando el tiempo, la pelota le pesaba más a los jugadores locales. A ese peso de la responsabilidad de intentar una reacción se le sumó el reclamo de la tribuna para que pongan más actitud.
Pero, para lastimar a un equipo dirigido por el Ruso Zielinski, hacía falta más que actitud. Hacía falta juego que no llegó ni con los cambios que metió Diego Osella, el DT local. Porque ni Balboa, ni Aguirre fueron solución.
Desde afuera, los incondicionales de siempre, que volvieron a llenar el Gigante, no pararon nunca de alentar. Y menos después que la Pulga Rodríguez, eterno ídolo tucumano, marcara el 3-1 a los 37 del complemento.
Apenas le marcaron el tercer gol, los hinchas explotaron con la canción que describe el ADN del hincha de alentar a Belgrano “en las malas mucho más”, para reafirmar que ellos siempre están. Y también entonaron el “soy celeste” en un conmovedor coro.
Y ese aliento de la gente fue lo más rescatable. Porque, en lo fútbolístico, sigue siendo todo preocupación cada vez mayor después de una nueva derrota y de ver al equipo en descenso directo.