De lágrima fácil. Así estaban los hinchas de Belgrano en la previa del partido ante Newell's. Alberdi iba de una emoción a la otra. Por calle Arturo Orgaz, como dos horas antes del inicio del partido, caminaban los jugadores del plantel de 1968 que jugaron el primer Nacional. Y también el eterno espíritu pirata de la Chacha. Porque un 15 de setiembre de 1993 fallecía Julio César Villagra y, desde ese día, el Gigante lleva su nombre.
Las manos de los hinchas que se iban acercando al estadio se iban poniendo rojas de tanto aplaudir y reconocer a la Chacha. También por el homenaje a los jugadores del 68 como Ángel Piedra, Domingo Ceballe, Luis Cornejo, Alberto Liciardi, Antonio Syeyyguil, José Omar Reinaldi y Juan Carlos Mameli, entre otros. Algún memorioso con algo de rencor se acordó de la Pepona que también brilló con los colores de Talleres.
Luego de las fuertes emociones previas, se jugó el partido. Y parecía que iba a ser tarde redonda para el Pirata. A los dos minutos del inicio, Brunetta reventó el travesaño de un tiro desde afuera. Pero fue una ilusión que duró poco. Porque después fue Newells el que mejor se plantó en cancha y empezó a llegar. Rigamonti, el mejor “refuerzo” del Celeste fue figura tapándole goles a Leal y a Fértoli.
El visitante era el que merecía estar en ventaja. Los fanas de Belgrano que añoraban tiempos mejores en fútbol, trasladaban esa ansiedad a la cancha. Los jugadores dejaron una mala imagen en un primer tiempo para el olvido.
En el complemento, el aliento desde afuera aumentó y parecía que, desde adentro, los jugadores empezaban a responderle a los hinchas. Tuvo alguna chance con alguna llegada de Lértora antes de los 15. Pero los dirigidos por Bernardi se quedaron y fueron más actitud que fútbol. Y, a medida que pasaban los minutos, volvieron los nervios. Y luego, el ánimo pasó a ser una mezcla de resignación con preocupación por lo mal que jugó Belgrano aunque, por lo menos, se sumó un punto. Porque de emociones tempranas vivió el hincha celeste en este 15 de setiembre de 2018 pero se quedaron sólo en eso.
Porque, en una tarde que arrancó emocionante por los homenajes, faltó el mejor reconocimiento: el del triunfo necesario que no llegó y, los casi 30 mil que fueron a alentar a Belgrano se quedaron con las ganas.