Por Lucía Pairola.
Hace un tiempo desde Día a Día te contamos de como una buena idea combinada con un deseo de "cambiar el mundo" puede volverse algo extraordinario. Y así fue que Beltrán Sobredo tras varios años de intentos, inventó un "refugio portátil" para personas en situación de calle con materiales reciclables.
Además puso en las redes sociales un video tutorial en el que explica paso a paso su construcción, buscando que entre amigos o familiares puedan armarlo y así mejorar las condiciones de los sin techo. "Es una alternativa simple para apalear este momento que viven", explicó Beltrán la génesis de su propuesta, mientras destacó sobre su uso que "lo imaginamos movible, desmontable y que sirva para la noche y el día. Las personas en situación de calle no tienen donde guardar sus cosas y acá van a poder dejar algo de ropa y de comida también".
Y la historia se viralizó, movió los corazones de muchos, pero llegó la hora de que ese refugio abrigase a los primeros dueños. “Analizamos quienes podían ser, ya que conocemos a muchos en Córdoba. Luego fuimos primero a contarles de que se trataba la idea, cómo era que funcionaba el refugio y le pedimos que lo piensen. Cuando volvimos a la semana siguiente, tanto Felipe como Ramón aceptaron”, reveló como esos “si” pusieron fecha a la entrega.
Y este joven cordobés por adopción, cuenta que ese día recibió el primer alago: "Les quedó pipí cucú", frase con la que habría cerrado el trato Felipe al tocar su refugio. Él lleva tiempo viviendo en la calle de nuestra ciudad y hace unos días, junto a Ramón, se convirtieron en los primeros "testeadores" del invento solidario.
Más que un techo. "Nos demoramos un poco para transportarlo, pero al final pudimos entregarlos bien equipados, para que la recibieran con todo lo necesario para sentirse más cómodos", comentó Beltrán con felicidad. Es que cada refugio contó con su colchón, ropa de cama, además de linterna y kit de higiene, equipo de mate y varios alimentos.
“Un problema grave que tienen las personas en situación de calle es que no tiene donde guardar sus pertenencias y como este refugio se cierra pueden durante el día tener a salvo algunas cosas propias”, asumió ante la posibilidad de que estos primeros dueños también pueden trasladarse con sus pertenencias.
Y la cosa sigue. La idea de este administrador de empresas, con grandes dotes de diseñador y sueños de inventor se puso en marcha y sumó a otros. "La verdad que la gente se enganchó mucho y se contactaron para ver cómo podían colaborar. Nosotros tenemos la idea primero de que se armen grupos de amigos y familiares para hacer el suyo en un fin de semana siguiendo el tutorial", vuelve a decir Beltrán.
Sobre la iniciativa, pero frente a la decena de consultas ya sueña con algo más: "Estamos pensando en darle forma quizás a jornadas de construcción masiva donde manos voluntarias, que no consiguen grupos, puedan también colaborar. Pero para eso sabemos que nos hace falta ayuda especialmente para la compra de los materiales que tienen costo como clavos, rueditas y tornillos", advierte sobre los nuevos desafíos que no teme en asumir.
Mientras crece en el Facebook la comunidad del refugio portátil, por ahora son Roque y Felipe los que por Córdoba ponen a prueba su techo solidario, que los abriga también de la soledad.
Y esperan que este ejemplo sea contagioso para el resto de los cordobeses.
