El grito en la calle, el silbido, la mirada intimidante. El roce en el ómnibus, en una fila, en un pasillo. La desvalorización, el control, los celos en la pareja. La subestimación de un jefe o compañero de trabajo, las propuestas indecentes, las estigmatizaciones.
"Tenemos que trabajar para desnaturalizar la violencia machista en todos sus niveles, hay que sensibilizar sobre todos los tipos y dimensiones de violencias que sufrimos las mujeres y educar para desterrarlas", sentenció Ingrid Beck, mujer, periodista, feminista, escritora, directora de la revista Barcelona y de la escuela de periodismo TEA Arte.
"Hay desde hace un tiempo, particularmente desde la primera marcha Ni Una Menos de 2015, un consenso social extendido de que el femicidio es condenable, la violencia física está instalada como algo repudiable. Pero hay muchas otras violencias que dan origen al machismo, y que están invisibilizadas", explicó.
Ingrid, una de las expositoras que tuvo la jornada “Educando al Cerebro” en Córdoba, contó que vino a reforzar la idea de que hay que educar contra la violencia machista, empezando por despojar a la educación de vicios sexistas y estereotipos.
–¿Por dónde se empieza?
–Se empieza por eliminar los estereotipos desde la primera infancia: ni todo rosa para la nena, ni todo celeste para el varón. Ni juguetes de cocina y de la casa para la nena, ni herramientas para los varones. Romper estereotipos es eso, es dejar de creer que hay cosas que son de nenas y cosas de varones.
Para los adolescentes, en tanto, es muy importante ofrecer en las escuelas educación sexual e información sobre los derechos sexuales y reproductivos. "Los pibes pasan mucho tiempo en la escuela, y lo que se pueda transmitir en las aulas es muy importante, aunque no es todo. En la casa hay que reforzar", agregó.
Y subraya la necesidad de incluir a los varones en la lucha contra la violencia machista. “Es interesante incluirlos si pretendemos un cambio cultural, y eso nos va a significar una tarea pedagógica también con ellos, tarea de contarles qué nos pasa cuando nos gritan algo. Si nosotras no lo decimos, no lo van a saber”, reflexionó.
Y valoró que haya cada vez menos tolerancia respecto al grito en la calle: “¿Cuál es el límite entre el piropo y el acoso? ¿Quién decide qué es algo lindo y qué no lo es? Hay varones que se están empezando a preguntar cuál es el límite, y está bueno que se lo pregunten, y que nos lo pregunten”.
–¿Qué considerás como el logro más significativo del movimiento Ni Una Menos?
–Yo creo que el gran triunfo es poner en agenda pública la deuda con las mujeres. Y también fue muy valioso lo que ocurrió alrededor, las conversaciones en las casas y en los trabajos, sobre las violencias que sufrimos las mujeres.
Tercera marcha. Este sábado, 3 de junio, las mujeres del país vuelven a salir a la calle para pedir una sociedad libre de violencias, bajo el grito Ni Una Menos.
“Es la tercera marcha, y salimos nuevamente a la calle a pedir lo mismo que pedíamos en 2015, porque aunque se avanzó un poquito nos falta muchísimo por hacer aún”, indicó.
“La deuda del Estado con las mujeres es grandísima, y con las mujeres víctimas de violencia mucho más, falla por todos lados. El trabajo que estamos haciendo es hacia la sociedad civil”, concluyó Beck.
Las impulsoras de la primera marcha de Ni Una Menos, entre las que figura Beck, elaboraron una herramienta on line para contar la violencia machista que fue respondido por 59.380 personas, y en sus resultados hay un párrafo para Córdoba.
De las 15 dimensiones de violencia que contamos en la encuesta, sólo el acoso callejero muestra en Córdoba un punto menos que en el promedio: el 96% de las mujeres que respondieron la encuesta en Córdoba manifestó haber sufrido alguna situación de acoso, mientras que el promedio es de 97%.
Las otras 14 variables suben sus promedios en las respuestas de las cordobesas, algunas de manera exponencial: el apartado de violencia contra la libertad reproductiva dentro de la pareja acusa en Córdoba un 68% de respuestas positivas, mientras que el promedio general es de 48%.
Este ítem indica que, de las mujeres que respondieron, el 68% manifestó haber sufrido al menos una de estas situaciones: violencia física durante el embarazo; haber sido forzada a abortar o haber sido impedida de hacerlo; o haber sido obligada a no usar métodos anticonceptivos.
La violencia económica también registra en Córdoba 8 puntos más que el promedio, con un 55%; y 7 puntos por encima del promedio general figuran el maltrato físico (74%), la imposición sexual (75%), la violencia en contra de los hijos (82%), el abuso emocional (63%) y las amenazas a intimidaciones en la pareja (83%).
El 82% de las cordobesas que respondieron manifestaron haber sufrido algún tipo de violencia obstétrica, esto significa que padecieron al menos una de las siguientes situaciones: falta de explicaciones por parte del personal de salud, haberse sentido vulnerable, haber sido impedida del contacto inmediato con el recién nacido antes de los controles, haber sido obligada a adoptar una postura incómoda durante el trabajo de parto, o no haber podido estar acompañada al momento de parir.
“Lo que nos queda más que claro con la encuesta La Argentina Cuenta la Violencia Machista es que la violencia es federal y transversal, se ejerce contra mujeres de todas las edades, de todos los niveles socioeconómicos y todas las jurisdicciones del país”, resumió Ingrid Beck.
La encuesta fue desarrollada sin ningún financiamiento, y sus datos son de libre acceso a través de la web.