El acoso y la violencia entre pares en el ámbito escolar es una problemática global: afecta a casi un tercio de los adolescentes del mundo, según el último informe desarrollado por la Unesco en 144 países y regiones con diferentes niveles de ingreso. En Córdoba, la temática no es ajena: el 63% de los jóvenes del secundario dijo haber sufrido acoso por parte de sus pares alguna vez, de acuerdo a un estudio desarrollado en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
El interrogante que surge es ¿Qué influencia tiene el clima escolar y familiar en la manifestación de conductas de este tipo?
Una investigación realizada por un equipo de psicólogas del Instituto de Investigaciones Psicológicas dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba y el Conicet analizó qué variables del contexto escolar y familiar ayudan a explicar los roles de agresor, víctima y observador que se dan una situación de acoso entre pares, tanto cara a cara como a través de las redes sociales.
Del estudio se desprende que ambos climas –entendidos como las percepciones que los jóvenes tienen acerca de las relaciones interpersonales que se establecen en la escuela y la familia– están asociados a la manifestación de conductas violentas entre adolescentes.
También detectaron que el vínculo con los adultos resulta clave. "A medida que los adolescentes perciben como más apropiadas, justas y adecuadas las conductas y actitudes de los docentes y padres, disminuye la aparición de conductas disruptivas y agresivas en ellos", apunta Griselda Cardozo, directora del proyecto y profesora de la Facultad de Psicología.
La especialista destaca la importancia de comprender que los roles son siempre situacionales. "Partimos de un enfoque relacional, es decir, hablamos de roles de personas involucradas en una situación de violencia, no de perfiles fijos y predeterminados".
La investigación también encontró diferencias significativas en el comportamiento de hombres y mujeres, y muestra que, tanto en las escuelas de gestión privada como pública, hay mayor cantidad de varones en los roles de agresores en una situación de acoso, un dato que las psicólogas vinculan con los roles de género y estereotipos masculinos dominantes.
Con el objetivo de contribuir al tratamiento de esta problemática en el aula, se elaboró un material pedagógico, que incluye talleres y videos para proyectar en el aula, destinado a las escuelas secundarias. La propuesta será presentada el lunes 27 en la UNC, y en su realización participaron el equipo de investigadoras del IIPSI, la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (Uepc), y UNCiencia, la agencia universitaria de comunicación pública de la ciencia.
Cada rol, según el entorno
Entre las variables del clima escolar, detectaron que el modo en que el estudiante percibe que el docente se relaciona con él, y el grado de satisfacción que sienta con la escuela, son centrales en la aparición o evitación de conductas violentas.
También observaron que las conductas agresivas se pueden evitar en la medida en que haya una mejor resolución de conflictos a nivel familiar, a través del diálogo y la escucha. En cambio, el comportamiento violento tenderá a aparecer cuanto menos compromiso sientan los hijos que tienen los padres hacia ellos (implicancia parental). Ese compromiso se mide por acciones como dedicar tiempo para hablar, compartir juntos actividades de ocio, comer en familia, asistir a reuniones escolares, y establecer hábitos y normas claras de convivencia intrafamiliar, entre otras.
Para el caso del que sufre el acoso, el estudio encontró que un mejor ejercicio de la autoridad y resolución de conflictos a nivel familiar, así como la contención y apoyo institucional en la escuela contribuyen a evitar que el joven juegue el rol de víctima. Por el contrario, tendrá más chances de ocuparlo, si existe una menor presencia de los padres en la vida de sus hijos e hijas, y un mal vínculo con el docente.
Finalmente, no se detectó que el entorno familiar tenga influencia entre quienes son observadores de la situación de acoso, un rol que las investigadoras consideran "muy importante para el sostenimiento de las conductas violentas". En cambio, algunos jóvenes ejercerán el rol de testigos en la medida en que detecten mayor presencia de manifestaciones de violencia en la escuela, y tengan menor satisfacción con la institución.