La excursión a Piedra Parada arranca a primera hora de la mañana y tiene su primera parada tras una hora y media de recorrido en Gualjaina, una pequeña localidad de origen puelche cuyo nombre hace referencia a un cañadón de raíz volcánica. El trayecto total es de 85 kilómetros y comprende tramos por las rutas 40, 259 y 12 que culminan en una inmensa área protegida por guardafaunas.
El secretario de Turismo de Esquel, Mariano Riquelme, señaló que "este lugar es el preferido por los observadores de aves y por los amantes del turismo aventura, en especial de las escaladas". La excursión a Piedra Parada, además, permite observar gigantescas formaciones geológicas que marcan con fuerza la zona de la estepa patagónica, situada en el corazón del valle del río Chubut y modelada desde hace miles de años entre explosiones volcánicas y el descongelamiento de los hielos de la cordillera.
Riquelme afirmó que "la famosa piedra parada que da nombre al recorrido está situada en medio del llamado Cañadón de la Buitrera, tiene unos 200 metros de altura y en su superficie hay fósiles de animales de la zona".
El secretario de Turismo de Esquel destacó que "en los ocho kilómetros que tiene de largo el cañadón hay aleros que son estudiados por el Conicet y paredones de piedra que superan los 150 metros de altura y que representan un convocante desafío para los amantes de la escalada".
La excursión a Puerto Chucao sale a las diez desde Esquel y tras recorrer 45 kilómetros hace su primera parada en Villa Futalaufquen, donde se ingresa al Parque Nacional Los Alerces, declarado Sitio de Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. La travesía, que demanda un día completo y recorre 80 kilómetros, permite acceder a puntos panorámicos desde los cuales se aprecian las distintas tonalidades de los colores del otoño en la Comarca Andina.
Riquelme precisó que "en Villa Futalaufquen se realiza una caminata por la zona más poblada del parque, en un sendero de 300 metros en los que se pueden admirar pinturas rupestres de tres mil años en un alero rocoso".El camino sigue costeando el lago, por la ruta 71, y luego de recorrer unos 30 kilómetros llega al río Arrayanes, que conmueve las miradas con sus aguas color turquesa.
El funcionario esquelino destacó que "el otoño es el momento ideal para admirar desde adentro los cambios en la gama de colores del lugar, con los picos montañosos que explotan de nieve y los verdes que se amalgaman entre lengas, coihues y cipreses cordilleranos".