Algunas lluvias localizadas han dado cierto impulso a las siembras y algún rebrote en las pasturas. Pero la situación sigue siendo dramática, a no engañarse. En soja de primera y en maíz, a nivel país apenas se está arañando el 50% sembrado sobre el total esperado (en otros años para esta fecha estaba entre el 65% y el 75%), con varias zonas que detuvieron las sembradoras hasta que caiga algún chaparrón. Y con parte de lo sembrado mostrando condiciones de desarrollo por debajo del óptimo. El problema es que nos vamos acercando a las últimas fechas en las que es posible sembrar sin aumentar sensiblemente el riesgo de daño de las heladas tempranas de otoño para los cultivos sembrados al final. En términos del mundial, es como estar jugando el alargue y se acerca la instancia de los penales para la cosecha gruesa 2022-2023 en varias regiones. Los rebrotes de pasturas en general son escasos y la ganadería con base pastoril entrando en una crisis que obliga a tomar decisiones en el corto plazo. Ya la producción de trigo y cebada está jugada, con caídas de producción que van del 15% al 70% de lo esperado según zonas. Se va a necesitar una recomposición importante del agua en los suelos en los próximos 20 días y un verano casi perfecto en lo meteorológico para mitigar este mal arranque. Si eso no ocurre, las rentabilidades caerán fuerte y los dólares van a escasear.
LA MACRO EN LA MICRO
Nuestro informe de noviembre llevó por título la palabra “Ficciones”. Al ver que el INDEC calculó la inflación de noviembre en el 4,9% casi repetimos el nombre en el informe actual. Más allá de no tener ningún elemento para sospechar sobre el desempeño técnico en el modo en el que se calculó este indicador, pareciera que está incluyendo algunos productos que tienen control o acuerdo de precios. Combinado con que dos elementos que ponderan alto sobre el índice, carne y verduras, presentan deflación o leves subas y que en breve deberían revertir esta tendencia (según el economista Ricardo Delgado, sin incluir carne y verduras el índice hubiera sido 5,6%).. Sumado a que algunas tarifas reguladas siguen “pisadas”, sin aumentar pero juntando presión a futuro. Hemos entrado en una fase donde la “cierta tranquilidad” macroeconómica es sobrevalorada por los funcionarios. Y por parte de la ciudadanía, harta de malas noticias y agarrándose de lo que hay. Claro que siempre es mejor frenar antes del precipicio, pero entendamos que en términos absolutos los números de la macro son pésimos. Este entorno no es gratis en la micro. Ante el atraso cambiario evidente, y con tal de decir que no devalúan, volvió el dólar soja en su etapa 2 para estimular la venta por parte de los productores. Beneficio para aquellos que tienen soja y la venden, pero también fomento a esperar el dólar soja 3. Con daños colaterales enormes en otras actividades (valores a pagar por arrendamientos, costo de alimentación de actividades que producen carnes), pero que en el corto plazo pasan por debajo del radar. Y juntando problemas en el Banco Central que paga dólares de $230 pero vende de $172 o similar, juntando otro foco de presión inflacionaria futura. El ajuste en las cuentas públicas, que es necesario hacer, se está haciendo de mala manera licuando a jubilados y pensionados, postergando pagos a proveedores, bajando inversión. Y todo sin un plan integral. No se toca el gasto que realmente hay que bajar y que permita disminuir la insoportable presión fiscal al sector privado. Lo paradójico es que el discurso oficial da para todos los gustos: desde celebrar los supuestos éxitos de los tres años de gobierno (presidente Fernández) hasta fustigar al FMI como la causa de todos los males (diputado Kirchner). Cuando en realidad los éxitos son difíciles de encontrar y lo que ha hecho Massa es hacer cambios (o maquillaje de cambios a veces) para ser el mejor alumno del FMI. Delicias del relato bipolar.