El Parque Florentino Ameghino, en el barrio de Parque Patricios, es el sitio elegido para honrar la memoria de los fallecidos por Covid. Pero este no es un lugar más, sino que tiene una larga relación con el recuerdo de víctimas de enfermedades.
En el arbolado corazón de este espacio verde se encuentra el monumento en homenaje a las víctimas de la epidemia de la fiebre amarilla, desatada en Buenos Aires en 1871. Incluso, parte de las víctimas fueron enterradas allí, que por entonces era el Cementerio del Sud.
Ahora, la Ciudad lo eligió para alojar un nuevo memorial: el de víctimas de la última pandemia. En todo el país, hasta el domingo 15 de mayo, murieron 128.776 personas; de ellas, 13.073 eran habitantes de la Ciudad.
El parque se encuentra frente al Hospital Muñiz, la única institución pública en la Ciudad dedicada al tratamiento de enfermedades infecciosas. Su personal jugó un papel enorme durante esta pandemia, como también en muchos otros brotes infecciosos que le precedieron, dengue, gripe A, y VIH, entre otros.
Cómo es el proyecto del memorial
Para llevar adelante el proyecto, la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) llamó a un concurso nacional de anteproyectos que además será vinculante, es decir que deberá construirse tal como lo hayan pensado y diseñado las personas ganadoras.
“Es un parque que tiene muchísimos árboles, pero tiene también espacios libres en los que se podría desarrollar sin interferencias un memorial. Y más allá de que se construya en la Ciudad de Buenos Aires, nos pareció importante hacer una convocatoria federal porque lo que ocurrió nos atravesó a todos”, señaló el arquitecto Dario López, presidente de la SCA. El concurso es auspiciado por FADEA (la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos) y se invita a que se sumen todos los colegios de profesionales del país.
Además, el llamado es abierto para profesionales de otras disciplinas: desde diseñadores industriales hasta artistas plásticos, paisajistas, urbanistas, antropólogos, escultores e historiadores. La única condición es que al menos uno de los integrantes del equipo participante sea arquitecto matriculado.
“El proyecto tiene una condición: debe contemplar un espacio para colocar piedras. Las piedras que representan el dolor que atravesaron muchas familias durante esta pandemia”, enfatiza López.
Las piedras se convirtieron en un símbolo cuando en agosto de 2021, familiares y amigos de víctimas de la pandemia se acercaron a Plaza de Mayo y a la residencia presidencial de Olivos para dejarlas con los nombres de las personas fallecidas. Fue un homenaje pero también una crítica al manejo de la crisis sanitaria. Esas piedras fueron reubicadas por Presidencia en el interior de la Casa Rosada, y permanecen allí.
Además, en otras marchas y las familias continuaron llevando este símbolo de la tragedia, y las ubicaron alrededor del Monumento al General Manuel Belgrano, también en Plaza de Mayo. El gobierno porteño primero valló el contorno del basamento de este monumento y luego construyó un cerco con vidrios de seguridad para resguardar las piedras.
La importancia de hacer el duelo
“Los monumentos tienen un efecto muy significativo. Ejercitar la memoria, recordar a quienes ya no están y además representarnos la finitud de la vida es liberador. Liberador en el sentido de tener una mirada vital del presente, y de las cosas que nos están pasando, y del futuro”, señala María Gabriela Goldstein, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)
Para Goldstein estos actos simbólicos son “necesarios”. “Necesitamos ir procesando el efecto de la muerte y aceptarla. El duelo es un trabajo y este trabajo se hace más liviano cuando podemos despedirnos. Aunque sea doloroso, el tiempo de la despedida nos ayuda a asimilar mental y anímicamente la pérdida. Los monumentos nos permiten renovar la memoria, de una manera activa y positiva”.
En los últimos tiempos, la SCA ha convocado a otros concursos para emplazar memoriales. Por ejemplo, los que homenajean a las víctimas de los actos terroristas en la Embajada de Israel y en la AMIA; o el de la tragedia de Cromañón. En el caso de este concurso para un “Espacio Conmemorativo a las Víctimas del Covid 19″, hay tiempo hasta el 5 de julio para presentar los anteproyectos (socearq.org).
El recuerdo de las víctimas de la fiebre amarilla
El memorial alusivo a estas personas es una obra del italiano Juan Manuel Ferrari. El artista plástico también es autor del grupo escultórico Ejército de los Andes, en el Cerro de la Gloria, en Mendoza.
Este monumento se erigió en el Parque Florentino Ameghino porque allí antes estaba el Cementerio del Sud, que fue inaugurado en 1867 para dar sepultura a los muertos por la epidemia de cólera. En este lugar también fueron enterrados los primeros fallecidos por fiebre amarilla.
En una de sus caras, el monumento tiene la reproducción de la famosa pintura de Juan Manuel Blanes, que representa a la epidemia de fiebre amarilla; se ve un bebé al lado de su madre yaciente y autoridades que ingresan a la casa.
En otro de los laterales se pueden leer los nombres de médicos, farmacéuticos y personal de lo que en aquellas épocas era la Comisión de Higiene, víctimas de la enfermedad. Y una frase: “El sacrificio del hombre por la humanidad es un deber y una virtud que los pueblos cultos estiman y agradecen”.