Marcelo Lombardero: "El arte no puede modificar una realidad, puede hacernos pensar"

El director vuelve al Teatro Colón con Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny, una obra que critica y expone la decadencia de la sociedad capitalista. Se estrena el martes. (De La Razón).

Marcelo Lombardero: "El arte no puede modificar una realidad, puede hacernos pensar"
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La literatura, la música, la pintura, la fotografía, el cine, el teatro, todas las artes a su manera, en todas las épocas y de distintas formas han criticado, denunciado y expuesto la inhumanidad, la insensibilidad, la ferocidad, la impiedad y la desigualdad del sistema capitalista. Dentro del teatro musical, la ópera también hizo lo suyo: Bertolt Brecht, uno de los dramaturgos más influyentes del siglo pasado, creador de un teatro político y dialéctico, y el compositor Kurt Weill juntaron sus genios y mentalidades alemanas y en 1930 crearon una pieza lírica única: "Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny" narra la historia de un grupo de hombres desposeídos en una ciudad imaginaria de los Estados Unidos. Porque casi un siglo después el tema tiene total vigencia, esta obra llegará al escenario principal del Teatro Colón, de la mano del britá- nico David Syrus, a cargo de la dirección musical, y del argentino Marcelo Lombardero, como director escénico. Será desde el próximo martes y por cinco funciones.

Algo había experimentado Lombardero (53) con estos autores hace tres años cuando presentó en la Usina “Mahagonny Songspiel”, “una cantata escénica a pequeña escala”, una especie de “work in progress” entre Brecht y Weill de 1927. Tres años después fueron más lejos y concibieron “la historia de los hombres de Mahagonny, una sátira de la sociedad capitalista, de la República de Weimar, post Primera Guerra”, detalla Lombardero, tan talentoso como barítono cuando habla.

¿Cuál es la importancia de reponer esta ópera?

Se cumplen treinta años del estreno en Argentina. La obra es dura, pero también muy irónica y llena de fantasía teatral. Es una obra que habla de la decadencia capitalista y se hizo durante la época de la hiperinflación, en 2002 y ahora, en un momento en que la sociedad se grita en lugar de hablarse. Esta obra es un espejo duro de la sociedad.

Es un tema muy actual.

De las obras de Brecht, creo que es una de las más vigentes. Habla de los desvalores humanos, del poder destructivo del capitalismo en cuanto a la búsqueda del egocentrismo a ultranza. Puesto además con algo que Brecht llamaba “distanciamiento” por el efecto de la música, que es de una valía increíble. Weill compone una gran ópera apelando a mú- sica popular o a la primera música de consumo, por decirlo de alguna manera, como es el tango o el jazz; de la misma manera que Bach o Mozart utilizaban el minué o la gavota, o sea, las danzas de su época. Esta obra tiene pasajes que la han trascendido. “Alabama song”, la “Canción de Alabama” debe ser el fragmento operístico más reinterpretado por los más diversos ritmos y en versiones increíbles, como las de David Bowie, Marilyn Manson, The Doors o Tom Waits.

¿Cómo será la puesta?

Utilizo el artificio de la televisión. Tiene que ver con un gran show, porque me parece que es la manera en donde el capitalismo se presenta, digamos, de una manera más pornográfica: la venta de todo y la televisión como medio. Hay un tema con los carteles. Brecht pide que cada escena sea precedida por unos carteles. En las producciones anteriores, se utilizó un narrador para decir esos textos y a mí me interesaba volver a ponerlos por escrito. Y el “graph” televisivo me servía mucho. Pero no quiero “spoilear” más.

Una ópera que critica al capitalismo y se convierte en mercancía.

Acá están las contradicciones. Y la paradoja del propio Brecht y Weill que con la idea de hacer una obra de contestación al capitalismo crearon un éxito y muchos hits que se vendieron muchísimo y ellos se hicieron millonarios. Esta es la contradicción. Pero en definitiva el arte no puede modificar una realidad, lo que puede hacer es motivar la reflexión. Pienso como Brecht que al teatro se viene a pensar, a debatir, a incomodarse, a emocionarse. El teatro y la ópera, que es teatro musical, es un lugar vivo, con función social.

Una de las frases salientes de la obra es "El único delito es no tener dinero".

De eso se trata. El personaje principal es condenado a muerte por no tener dinero.

¿Es un teatro político?

Sí. Pero también en Brecht siempre prevalece un espíritu moralista. Creo que tiene mucho que ver su concepción del mundo, desde el protestantismo luterano alemán. Hay una escena en que Dios baja a Mahagonny y les habla a los hombres hasta que los echa al Infierno. Y los hombres le contestan: “No nos podés mandar a ningún lado, porque no hay nada más aterrador que este mundo en que vivimos”.

Por Paula Conde