Por Dario Doallo
Al igual que en "Pizza, birra y faso" y "Okupas", el director Bruno Stagnaro vuelve a meterse de lleno, siempre hablando con conocimiento de causa y alejado de todo estereotipo, en el mundo marginal con "Un gallo para Esculapio", la serie protagonizada por Peter Lanzani que el martes se vio por primera vez en TNT y anoche en Telefé.
Pero aquí la marginalidad no viene por el lado de la cuestión de carencia económica, porque el escenario que se plantea en el oeste del conurbano, donde reinan las ferias barriales son los campeonatos de penales por plata, las riñas de gallos y las bandas de delincuentes; puede resultar algo cotidiano para millones de personas, pero aquí lo marginal apunta al sentimiento de no pertenecer, a ese Nelson (Lanzani) que llega desde Misiones con la única intención de encontrar a su hermano y entregarle su gallo.
En el primer capítulo se ve claramente cómo el personaje de Peter, que vuelve a estar a la altura de un gran desafío, se siente completamente abrumado por este nuevo contexto, del cual no tendrá otra opción que adaptarse.
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Luis Brandoni es el otro gran protagonista de la historia. El Beto es el Chelo Esculapio, jefe de una banda delictiva que por otro lado lleva una doble vida como respetable vecino en un country junto a su joven mujer (Julieta Ortega). En el arranque quedó claro hasta qué punto es capaz de llegar el Chelo con sus actividades, pero eso sí, tiene códigos: "Nada de robar en el barrio", dice. Alrededor de Nelson y Chelo hay un gran números de atractivos personajes, como los que encarnan Luis Luque y Ariel Staltari, quien coescribió el guión con Stagnaro.
"Un gallo para Esculapio" arrancó con alto nivel y deja con ganas de más. Para los ansiosos, que seguramente ya serán muchos, la ficción se puede ver entera en Cablevisión Flow.