Desde que empezó la campaña esa pregunta aparece en cada encuentro con vecinos, sobre todo entre quienes nos conocen.
Es cierto, la mayoría de los que hoy formamos Podemos Azul nunca habíamos participado directamente en política partidaria. Para contestar, déjenme contarles algo: Nuestra sede está en Yrigoyen 586, entre Av. 25 de Mayo y Moreno. Gentilmente nos prestaron esa casona histórica, cerrada hace 20 años. Cuando la abrimos fuimos testigos del deterioro producido por el paso del tiempo.
Un hall oscuro y sucio conectaba a varios cuartos descascarados, con algunos pisos flojos y suciedad acumulada por años.
La maleza, sin control, había cubierto el jardín y parte de la casa, rompiendo baldosas, canaletas y techos.
Activamos con poca confianza los servicios de luz y agua. Funcionaban… Muchos dirían que la casa era un asco, sin embargo está en pie a pesar de todo y para nosotros es un valioso patrimonio, testigo de los vaivenes de nuestra historia.
Así que pusimos manos a la obra. Fue durante dos semanas limpiar, podar, baldear, sacar telarañas, ventilar espacios que no habían sido usados en décadas. Al avanzar, descubrimos materiales nobles como mármoles, mosaicos, puertas, molduras y rejas artesanales que son el reflejo de otra época. Claramente no éramos los primeros que trabajábamos ahí: visión, esfuerzo, dinero y arte de otros azuleños crearon esto, antes de nuestra llegada.
Hay lugares de la casa que se arruinaron para siempre por daños o impericia. También se notan faltantes de piezas que seguramente se han vendido. Sí, se perdieron cosas, pero afortunadamente también sobrevivieron joyas como el vitraux del techo corredizo que, una vez limpiado amorosamente, se lleva todas las miradas e ilumina el ambiente.
Con más ingenio que bolsillo, remendamos lo que pudimos, completamos lo que faltaba con lo que cada uno tenía, pedimos ayuda a los amigos y nos resignamos a dejar para otro momento lo que no podíamos solucionar en lo inmediato, como esa gotera del fondo, testigo de un techo que ha sufrido los avatares del tiempo.
Ocurrió lo mejor que podía pasar: la gente empezó a llegar. Algunos trajeron recuerdos de un Azul que conocieron hace tiempo, otros ofrecieron algún oficio que mejoró un poco más la infraestructura y no faltó quien acercó masitas para el mate o caramelos.
De la maleza recuperamos suculentas y otras variedades para convertirlas en plantines, un presente que entregamos a quienes nos visitan, como símbolo de la recuperación de la casa y de lo que se puede lograr en equipo.
Estamos de paso, la casa no es nuestra y no nos quedaremos ahí para siempre. Pero en este tiempo la abrimos, la recuperamos, la seguimos arreglando día a día pero sobre todo: la estamos llenando de voces e ideas. La dejaremos cuando sea el momento para que otros la encuentren mejor y la pueblen de nuevos sueños.
¿Nos preguntás qué estamos haciendo en Política? Exactamente lo mismo.